España y el gatu
Y qué tendrán que ver la una con el otru. Se preguntarán, como yo haría de no haber sido, la pregunta, mía para mí, y que, por tanto, voy a contestarme a mí mismo.
No puedo evitar acordarme del paciente que, preocupado por la retahíla de pruebas a que va ser sometido, le dice al médico: “Jo, doctor, es que a fuerza de buscar acabarán por encontrar”. Y lo que, a modo de efímero consuelo, le contesta el galeno: “No se preocupe, que donde no hay no se puede encontrar”.
Pero, bueno, como esto no es medicina, yo veo la relación hispano-minina.
La pone ante mis ojos la, supuesta, respuesta de Irene a: ¿Y por cuánto le ha salido al erario el viajecito con el Falcon y turné con migüitas allende el Atlántico?
Ella, tan vivaracha como siempre (traducidas sus, imaginarias, palabras a las mías de andar por casa): Qué ye un pelu pa un gatu.
La vaina es que hay una miriada de arrancadores de pelos en este país, ¡y que no van de pelu en pelu!, ¡mechones a puñaos!
Al final, España peor que mal, un gatu desamparáu que van a dejar peláu.
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