Dos Asturias
Los pasados días he visitado las alas de Asturias en Cangas del Narcea y Llanes. Escuché a hombres y mujeres residentes en las comarcas y las sensaciones en ambos casos son las mismas: falta de expectativas para jóvenes, abandono de sectores tradicionales como ganadería por no ser competitivo salvo las macrogranjas y población cada vez más envejecida con muchas dificultades para trasladarse desde sus domicilios a gestiones imprescindibles, por falta de transporte público. En el caso de Cangas debo añadir que la situación de las carreteras para llegar es un viaje al pasado, curvas y más curvas con muchas dificultades para adelantar a vehículos pesados.
Existe claramente, a pesar de los efectos de la reconversiones, la última de minería en las Cuencas, la crisis energética y la guerra, una Asturias en la zona central bien comunicada, con sectores productivos que generan empleo con salarios dignos y miles de negocios de hostelería y comercio que crean puestos de trabajo con salarios insuficientes para mantener una familia, pero que permiten sostener los hogares con ayuda de los ascendientes, especialmente pensionistas.
Pero comparativamente no hay color, si consideramos a la zona central de primer nivel, las alas y zonas rurales están dos niveles por debajo. Eso sí, tienen un aire más sano y una relación más tradicional entre la vecindad, pero forman parte de esa España que ahora se llama “vaciada” cuando quieren decir abandonada a su suerte.
Posiblemente por la escasa incidencia que sus votos tienen en el resultado final de las autonómicas y municipales, no se les presta la atención que se merecen como ciudadanía con iguales derechos que el resto de habitantes de nuestra comunidad. Me sorprendió por ello el pesimismo aceptado como fórmula para sobrevivir y entendí el por qué surgen plataformas más o menos “independientes” ante las próximas citas electorales.
Que la empresa con más empleo en Cangas del Narcea sea el Hospital Carmen y Severo Ochoa confirma el declive de una zona que fue eminentemente minera, y están esperando –con mucha impaciencia– la residencia de mayores prometida, como un servicio necesario que además puede sumar puestos de trabajo.
En la otra punta, en el Oriente, el turismo acapara la actividad mercantil con sus pros y contras durante la temporada estival, pero los residentes en los pueblos deben pagar un taxi para bajar al médico o ir al banco.
Desde esta humilde tribuna, hago un llamamiento a los partidos políticos representados en la Junta General y al Gobierno regional, en la figura de su presidente, Sr. Barbón, para que cuando hablen de Asturias piensen primero en los hombres y mujeres que no residen en el área metropolitana y dediquen los recursos presupuestarios suficientes para que no sigan marginados. No se lo merecen.
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