Becas
Escucho (un tanto estupefacta) a través de los medios de comunicación, la intención de la señora presidenta de la C.A.M. de ampliar la dotación de beca a aquellos jóvenes que, pertenecientes a núcleos familiares cuya renta anual supere los 100.000 euros (alrededor de 8.000 mensuales), deseen realizar sus estudios en centros privados.
Algo así como un premio, dice ella.
Una vez más, los políticos de turno, con sus ocurrencias más o menos populistas, nos siguen demostrando la falta de empatía con la realidad del día a día de sus conciudadanos.
Las becas son concebidas como una ayuda a estudiantes con pocos recursos que deseen completar y ampliar su formación. Dado que estas ayudas provienen del erario público, para ser concedidas deben cumplir una serie de condiciones:
-Aprobar el curso en la convocatoria de junio.
-Superar una determinada nota media.
-Demostrar con pruebas fehacientes que los ingresos familiares no sobrepasan un límite determinado.
Desconozco si esta señora a la hora de realizar sus estudios tuvo la necesidad de recurrir a una ayuda en forma de beca, muchos en nuestra juventud accedimos a ellas y un mundo de nuevas oportunidades se abrió en nuestras vidas, porque gracias a ella y al esfuerzo personal añadido, conseguimos formarnos en aquello que era nuestra vocación: enfermeros, profesores, aparejadores, delineantes, maestros...
Algunos llegaron a ser talentosos dentro de su ámbito.
Muchos intentaron cumplir con dignidad su función.
Otros compaginaron su trabajo remunerado con otros realizados altruistamente.
Todos, creo, en mayor o menor medida, devolvieron a la sociedad aquello que en su momento les concedió, un verdadero premio.
Me apena pensar que esta medida mengüe el acceso a los estudios de aquellas clases sociales que de verdad lo necesitan, esas cuya renta anual ronda los 22.000 euros.
Nadie escoge el momento, ni el lugar, ni el ámbito familiar en el que nace.
Por ese motivo, que nunca falte la solidaridad, pero, por favor, ¡¡bien entendida!!
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