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Oficios sin gente y la gente en el paro

7 de Julio del 2022 - Ramiro Fernández Alonso

Hace años que llevo constatando un tremendo desequilibrio entre la mano de obra cualificada que demandan las empresas, independientemente del sector y el tamaño de las mismas, y las cifras del paro, con especial relevancia entre los menores de 25 años. A los riesgos asociados actualmente a la alta inflación y los costes de suministros, ambos desbocados, se une ese preocupante desajuste entre el mercado laboral y las listas de desempleados.

Faltan camareros y cocineros, no hay patronistas ni modistas, tampoco torneros ni fresadores, chapistas y pintores. Se demandan perfiles en enfermería, operarios industriales, repartidores, teleoperadores y administrativos. También soldadores y encofradores, albañiles y peones técnicos de calidad y mantenimiento. Basta con entrar en cualquier página de internet o consultar las ofertas de empleo en Asturias para darse cuenta de que la oferta formativa no es acorde con la demanda empresarial, los grandes creadores de puestos de trabajo y motor clave en el desarrollo económico de una región.

A la puerta de cualquier industria o negocio llama el trabajador pidiendo una primera oportunidad, pero sus capacitaciones están muy lejos del rendimiento que requiere el esfuerzo económico que supone pagarle la nómina y los seguros sociales a final de mes. Las empresas necesitan trabajadores con las habilidades y capacidades que ellos demandan de ahí que el actual modelo, a mi juicio, esté desfasado y urge un cambio que combine la formación reglada con la experiencia laboral de la mano de un maestro o capataz que emplee parte de su tiempo en formar al futuro profesional. Esa figura actualmente no existe y algunos oficios corren serio riesgo de desaparecer por falta de mano de obra mientras que las colas del paro crecen cada día más. Me imagino que algunos pocos a la “sombra de abuelos y padres” no se esfuerzan o no sienten esa necesidad de ese puesto de trabajo, pero por suerte son los menos de momento.

Sumario: La falta de mano de obra cualificada como síntoma de un modelo formativo desfasado

Destacado: Reclamo la implicación de las administraciones públicas desde donde da la sensación de que no encuentran las soluciones a la hora de fomentar la preparación de desempleados para abrirles salidas profesionales

Este problema afecta tanto a grandes, medianas y pequeñas empresas y también a autónomos con personal a su cargo. Patronales y sindicatos deben alcanzar un clima de entendimiento para fijar unos ratios en función del número de trabajadores que permitan solucionar el problema con el que muchos departamentos de recursos humanos se encuentran a día de hoy. Quizás haya quien piense que estoy defiendo la explotación del empleado. Jamás. Aludo a la escasez de cualificación específica y a la existencia de convenios poco competitivos que lastran cualquier apuesta laboral y complica incluso el relevo generacional en los negocios.

En este contexto también reclamo la implicación de las administraciones públicas desde donde da la sensación de que, en muchos casos, no encuentran las soluciones a la hora de fomentar la preparación de desempleados para abrirles salidas profesionales. Hacen falta nuevos centros de profesionalización. Escuelas de oficios como las que había en la antigua Universidad Laboral de Gijón son el mejor ejemplo. Porque había excelentes profesores y maestros con grandes experiencias en sus respectivos oficios. Hace unos días le escuché decir a Belarmino Feito, el que fuera presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), que existen unos “síntomas inquietantes en Asturias por la falta de mano de obra cualificada cuando hay un gran nivel de paro”.

Ejemplos de buena praxis también los hay. Me refiero, por ejemplo, a Jaime Baladrón, fundador y director del Curso MIR Asturias. Desde que fundó su academia hace más de treinta años, puede decir con orgullo que ha formado a más de cuarenta mil alumnos, posiblemente alguno sea hoy su médico de cabecera o el cirujano que le operó. Durante la entrega de la medalla de oro de la Cámara de Comercio de Oviedo, un acto que tuvo lugar recientemente y al que tuve la fortuna de asistir, se le puso como ejemplo de “excelencia educativa en la formación de talentos”, en palabras de Carlos Paniceres, presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo.

El camino lo conocemos, ahora solo falta cambiar de rumbo para encontrar la buena dirección. De lo contrario seguiremos avanzando sin esa mano de obra cualificada en la dirección equivocada que no hace progresar y estabilizar las empresas.

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