Libertad humana, desconexión y renuncia
Aunque la física cuántica vea tal hecho con cierta imprecisión: la causa precede al efecto. Cuando una empresa hace una oferta de empleo, esta precede al efecto de encontrar múltiples demandantes para seleccionar a la persona adecuada. Claro que no sería extraño que excesivos demandantes lleguen a ser causa de ofertas de empleo públicas: perversión según el estándar liberal. Pero en algo se debe ocupar a las personas para que sean, existan y vivan su propia libertad humana. Al final, si están molestas y hay un estallido social, el coste de esa perversión sería mucho mayor que el gasto para evitar la anterior. ¿Cuánto perdió el Imperio británico con la revolución de las trece colonias (desconexión y renuncia) porque sus gentes (molestas) fueron atraídas por el encanto de ser, existir y vivir su libertad humana?
Posiblemente sea Asturias la región europea con mayor descenso demográfico, lo que deja pocas personas para generar suficientes demandantes de empleo y aumenta la probabilidad de que no se encuentren las capacidades requeridas a pesar de que, dada la temporalidad, las personas se formen y se conviertan en auténticos comodines para el empleo. No, no es cuestión de aumentar salarios: a no ser que sea para arrebatarle un empleado a la competencia: vorágine que destruiría empresas sin lograr aumentar la competitividad de la empresa depredadora; lo cual llevaría al desempleo total. Recurrir a inmigrantes de baja cualificación no sería solución: piensen que si la industria va a la automatización total necesitaría pocos empleos de alta cualificación y que, un deseado sector servicios de persona a persona, con los avances tecnológicos, aumentaría su eficacia con muy poco personal de alta cualificación también. Los inmigrantes de baja cualificación no resuelven el problema de la competitividad, con lo que la precariedad seguiría aumentando y lo único que se conseguiría sería hacer crecer los suburbios. Solo la riqueza de la automatización total podría solventar los problemas. Considerar que el precariado tiene tantos ahorros que se puede permitir la desconexión y la renuncia es irreal. Hay jóvenes trabajando que no llegan a fin de mes y renuncian, desconectan, y emigran con los bolsillos vacíos. Luego está la desmotivación formativa: ¿por qué voy a formarme en habilidades con conocimientos superficiales cuando el futuro precisa conocimientos profundos para afrontar la automatización total que hará, con mayor eficacia, la habilidad en la que se me quiere formar? No, no es un problema demográfico. Sin embargo, el problema abarca a todos los sectores: en el sector primario esencial, la desconexión y la renuncia aparecen en las explotaciones agrarias porque el coste de producción es mayor que la oferta que se le hace al productor; en el sector secundario industrial, son muchos los empresarios que desconectan y renuncian para no asumir más pérdidas por su falta de competitividad; y, en el sector terciario servicial, ya se piensa en taxis sin conductor porque los volantes se mueven solos y todo amenaza con la tendencia actual de usar asistentes robots para cualquier servicio.
Como ven, y se estableció al principio de este escrito, los efectos de estas crisis consecutivas que padecemos son consecuencia de causas precedentes. Y tales estímulos harán aparecer las respuestas pertinentes. Por eso: ¿estaremos vivos o muertos cuando nuestra superposición cuántica colapse a un estado real y explote la realidad social? De ustedes, los observadores, depende.
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