Lo mismo me da que me da igual
El sin querer y el no poder evitarlo. Mismo perro con diferente collar.
Una de las tantas ingratitudes vivenciales, y vitalicias que, por fuerza, obvio, te tienes que calar y que, con el correr de los tiempos, se disparan exponencialmente.
Echo la vista atrás y eso, era una que otra presentación ingrata de vez en cuando. Como curiosidad citaré la, para mí, más impactante. Fue en 1965.
Yo, ver una cucaracha... Horrible, horrible... De hecho, ¡jamás de los jamases! he pisado ni pisaré una. Siendo así la cosa, me encuentro en Guayana, disponiéndome a tomar posesión de la habitación del hotel. Lo primero, tras dejar la maleta sobre la cama, comprobar que el aire acondicionado funciona. El arranque fue como si un terremoto sacudiera la estancia, después se acompasa. Un vistazo en derredor y ¡aaaggg...! Qué alarido, desenfreno aspaviental y huida despavorida. Fue abrir la puerta del armario y sufrir la avalancha de un gran enjambre de cucarachas voladoras. No hay palabras.
Desde siempre, ¡por nada! quisiera ver una cucaracha, pero las he visto, de todas las especies, sé como son, las reconozco. Yo, por ejemplo, ¡jamás! ¡imposible! Le habría discutido a Burt Lancaster su papel en “El hombre de Alcatraz”, estrapallar una cucaracha para alimentar al gorrión, ¡ni loco!
Pero bueno, que, como decía, cucarachas, me refiero a los blatodeos (porque, aunque no quisiera tener imágenes reales de, por ejemplo, personajes como Jorge Javier Vázquez o Irene Montero, de vez cuando, sin querer...) hace añales que no veo, más, experiencias indeseables, buf.
A veces, no me da tiempo ni a desayunar y arrancamos. Timbrazo de “correo comercial”. Algo después, no lo entiendo, antes, una que otra vez del banco, pero es que ahora ni eso, sin embargo, timbrazo, “el cartero”, ¿Pero si no trae nada para mí, por qué toca mi timbre?. Phisss. Otro timbre, ¿el titular del contrato del gas...? Agg. Otro timbre, ¿el titular del servicio de telefonía..? Agg...Y otro, y otro. Timbres a tutiplén.
Entre timbre y timbre, cojo, por ejemplo, el móvil. Y ahí me salta: Sánchez, el mejor presidente que ha tenido España. El presidente Sánchez se desvive por el bienestar de los españoles...
¡Cómo puede ser!
Coño, a veces, bueno, de diario que no veo mucho, pero, a veces, decía, me siento en la terraza, miro distraídamente la calle y, entre hombres y mujeres, en ocasiones, ni con mi mejor visión, pero hay días que se me pone una neblina ocular, que, por mucho que me esfuerce, no logro determinar si el individuo/a que viene caminando trae con él/ella una maleta con ruedes o un perru con arnés.
Claro, lo que nunca me ha pasado hasta ahora, me parece imposible que pueda llegar a pasarme, es dudar entre la furgoneta del panaderu y el camión de la basura.
¡Oye! Que se me ha venido.
Fue al poco de mi regreso. Durante años, carretera de La Camocha, había visto un rebañu de vaques hereford y, como decía, al poco de llegar voy carretera p’allá y ahí siguen les hereford. Dos segundos más tarde, ¡coño, que no! ¡que son búfalos!
Lo que me ha hecho pensar que liarse entre por ejemplo hienas y perros... Puede haber una tendencia natural... Una idea preconcebida...
En fin, que como me resulta pensarlo, imposible para mí, pues también me parece imposible que lo puedan pensar otros. Como por ejemplo, el que escribió la opinión que cité: Sánchez, el mejor presidente que ha tenido España. El presidente Sánchez se desvive por el bienestar de los españoles...
De ahí que no deje de repetirme, ¡pero cómo puede ser!
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

