Ucrania: escálamo del poder
Topé con la palabra escálamo (estaca pequeña y redonda, encajada en el borde de la embarcación, a la cual se ata el remo) y me di cuenta de que con ella se articulaba una metáfora de lo que el diplomático Juan Antonio Zorrilla argumentó en una conferencia titulada: "Ucrania: ¿cómo hemos llegado a esta situación?" (YouTube), algo que encaja perfectamente en mis propios pensamientos sobre el poder y lo que ocurre en Ucrania. Ucrania se ha convertido en el escálamo de una embarcación al que se ha atado como remo a Rusia, mientras que la Alianza Atlántica se ha caído al agua al atarlo y se está ahogando. En la embarcación, reman alejándose: China, la India y el sudeste asiático.
Mi conciencia crítica con el poder nace cuando en mi juventud oí decir a un periodista: "Un periodista debe estar siempre contra el poder sea el que sea". Años después comprendí que el poder era amoral, que usaba el dinero de otros para acumular más poder y así poder disponer de más dinero y poder. En la década de los ochenta del siglo pasado George Soros me lo dejó claro: "El capitalismo es amoral, pero si quieren jugar yo juego". Por eso comprendí al diplomático Zorrilla cuando explicó que el poder es absolutamente amoral y que las relaciones internacionales (en las que era experto) son relaciones de poder, mientras que el Derecho Internacional y los Derechos Humanos se basan en lo moral. Por eso dijo que no entendía que se le hubiese invitado a dar aquella conferencia en la clausura de un curso sobre Derechos Humanos. Mentía: sabía muy bien que debía dar esa última lección para hacer caer del guindo a los oyentes.
Siempre hay dos términos opuestos conviviendo en cualquier ocupación o en cualquier cosa que hagamos: ayudar o dominar. Ahí radica nuestra libertad: elegir entre ayudar o dominar. Por tanto, es estúpido pensar en una alianza de civilizaciones, como lo es pensar en una alianza entre borrascas y anticiclones, aunque quizá si la haya para coexistir. Los flujos de las civilizaciones están sujetos a leyes caóticas y recurrentes, y por tanto tienen deberes, pero no derechos.
El territorio de Ucrania es el istmo de la península de Europa con Asia. Un istmo por el que transitan flujos comerciales de especias y sedas con India y China. Un territorio que acabó siendo la prolongación de los reinos de Polonia y Hungría (en las afueras del Sacro Imperio Germánico) como principado de Kiev antes de formar parte de los principados originarios del imperio ruso. Tampoco debe olvidarse que ya fue independiente al final de la I Guerra Mundial, cuando dio refugio a los rusos blancos y combatió a los rojos afirmándose así un nacionalismo ultraconservador anticomunista que se alió con Hitler, aunque ya antes había padecido su Holodomor (demasiados odios y venganzas).
Los imperios de tierra de la Europa Central (alemán, austro-hungaro, lituano polaco), el de Europa Oriental y Asia del Norte (Imperio ruso) y el del Oriente Próximo (Imperio otomano) siempre han tenido a Ucrania como lugar frontera para flujos comerciales y combates. Otros, con el mismo afán, se convirtieron en imperios de la mar (Portugal, España, el Reino Unido, y los EE UU que cogieron el relevo) descubriendo y abarcando la globalidad.
¿Qué está ocurriendo ahora y qué puede suceder? Pues que China (que ya había puesto en prevenga a algunos países del océano Pacífico como EE UU, Australia, Canadá, Corea, Japón..., a causa de su ayuda interesada al sudeste asiático y a las islas del Pacífico, así como también a África y Sudamérica, y que tiene proyectado comprar o construir puertos estratégicos en todos los océanos para incrementar su comercio, y que ya ha incrementado su Armada para defensa de ese comercio) se está convirtiendo en un imperio de la mar global. La situación actual ha llevado a Rusia ha establecer acuerdos comerciales con China e India a precios de ganga (descuentos del 30% en el gas y el carbón que no nos llegan a nosotros) lo que hará muchísimo más competitivas a China e India para comerciar con África y Sudamérica, debilitando así todo el comercio de los países de la Alianza Atlántica. Prácticamente, estos países son los únicos que amparan el embargo a Rusia. China tendrá así las espaldas cubiertas como imperio de tierra y se lanzará a la mar para, ayudando, lograr África y Sudamérica (y tal a vez a las naciones del Islam) para sus intereses de poder.
Tanta estupidez desangra al pueblo ucraniano llevándolo a una posible locura social posterior de más odios y venganzas. Puesto que las víctimas (el pueblo ucraniano y los europeos) pueden engendrar nacionalismos totalitarios (según la teoría de Adam Michnik), la democracia y la libertad individual de la cultura occidental están en peligro por haber querido dominar e imponerse, cuando muchos expertos estadounidenses (como Kissinger) veían que la situación actual podía producirse si se cometían las flagrantes equivocaciones que se han cometido. Está claro que se puede ayudar para dominar, pero lo contrario acaba resultando imposible, por la ira que provoca y la incongruencia que es.
Ahora China (Zhongguó), haciendo lo inteligente, quiere ser lo que su propio nombre indica: Nación Central.
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