¿Cinco meses de guerra?
Se cumplen cinco meses de la segunda intervención militar rusa en Ucrania, que no es exactamente que se cumplan cinco meses de guerra, porque esta guerra empezó en 2014, tras el golpe de Estado del Maidán financiado por EE UU y apoyado por la OTAN. Recordemos aquellos "hombres de verde" que llegaron a Crimea para asegurar aquella tierra rusa desde Catalina la Grande (que había sido cedida administrativamente a Ucrania en el marco de la URSS), la Base de Sebastopol, sede de la Flota del Mar Negro y los radares de alerta temprana instalados en aquella Península que protegen el bajo vientre de Rusia de un ataque de la Sexta Flota. Aquel fue el verdadero punto de inflexión de la expansión de la OTAN hacia el Este, de las amenazas occidentales a Rusia y del chantaje permanente a un país de 150 millones de habitantes, el mayor y con más riquezas naturales del mundo, que se sentía engañado, estafado y humillado. Tras los acontecimientos del Maidán, en efecto, comenzó la guerra. Las regiones rusoparlantes de Ucrania, en concreto las del Donbás, no aceptaron un gobierno impuesto desde Washington, desde el Pentágono y desde la CIA, y Rusia tampoco. Quisieron prohibirles hablar en su propia lengua e incluso había filonazis que salían en las televisiones de Kiev diciendo que había que eliminarlos a todos. Terribles bombardeaos contra la población civil sumieron a los habitantes del Donbás en una guerra de la que nadie hablaba en Occidente, aquellas víctimas eran las víctimas de sus apadrinados. Tampoco se dijo nada entonces en las televisiones occidentales, esas que ponen el letrerito de "no a la invasión", de los 46 prorrusos quemados vivos en la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde se habían refugiado, por los golpistas, mientras las impresentables de Femen jaleaban el crimen. Zelenski quiso dar más pasos, meter a su país en la OTAN, hacerse con armas nucleares y atacar luego Crimea y el Donbás, Putin tuvo que elegir entre esperar y tener que ir a la Tercera Guerra Mundial o actuar. A Rusia no le hacía ninguna gracia una intervención militar masiva propia en Ucrania, sabía lo que eso acarrearía, pero no le dejaron otra salida.
A pesar de cinco meses de censuras y mentiras en los medios de comunicación occidentales la realidad se va imponiendo: los que iban perdiendo la guerra la van ganando y ya se puede ir en coche desde Crimea al resto de Rusia sin pasar por el puente mayor de Europa, el que Rusia construyó en tiempo récord para unir la península con el resto de su territorio por carretera y ferrocarril. La batalla de Kiev se confirma como la batalla que nunca existió y a Rusia solo le falta controlar la región de Odesa para unir Transnistria (Moldavia) y todo el sur y este de Ucrania con Rusia. Controlados el Mar Negro y Mar de Azov, todos los puertos ucranianos y toda la zona minera e industrial, Kiev y la parte occidental de Ucrania se los tendrá que comer la UE con patatas. Esa es la realidad de la guerra.
Decían que Rusia nos quería cortar el gas, decían que Rusia nos quería cortar el petróleo, decían que Rusia quería matar de hambre al mundo, todo eran mentiras. Mientras se dispara la inflación en Europa y suben los tipos de interés para intentar controlarla, mientras muchas familias ya no pueden llenar el carro de la compra, ya no pueden echar gasolina y se pueden quedar en la calle al no poder pagar su hipoteca, continúan las sanciones a Rusia, ya hay un séptimo paquete, y los burócratas de la Comisión Europea dicen que hay que ahorrar un 15% de gas para castigar a Rusia y que nos duchemos menos, a lo que ya se han negado España, Portugal, Grecia e Italia. Tras las labores de mantenimiento, el gasoducto Nord Stream 1 ha vuelto a bombear gas ruso a Alemania, hasta alcanzar los 67 millones de metros cúbicos de gas diarios, la cantidad habitual. Y si no ha entrado en funcionamiento el Nord Stream 2, ya completamente terminado y con presión, no ha sido por decisión de Rusia, lo ha sido por decisión de EE UU y la UE, una decisión que ya se había tomado antes de la intervención militar rusa de finales de febrero en Ucrania. Hungría quiere comprar 700 millones de metros cúbicos de gas ruso y Rusia ha dicho que atenderá su demanda "de inmediato".
En el Kremlin hacen chistes estos días con lo que está pasando en los gobiernos europeos. Dicen que Zelenski es gafe y que todos los que le han dado la mano irán cayendo uno tras otro. Pero, son las políticas irresponsables y de supeditación a intereses económicos y estratégicos del otro lado del océano y los sacrificios que se han impuesto a los ciudadanos los que han llevado a los gobiernos europeos a un brete.
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