EH Bildu acelera la desaparición del PSOE
Con la pandemia (que nos ha cambiado hasta los andares), el calor, la crisis derivada de la invasión de Ucrania y la subida del precio de las cosas, las simplezas que dicen ciertos sindicalistas de los que tenemos en España (que hablan como habla el vulgo, esa morralla despreciable), ya ni me acordaba de seguir el debate sobre el estado de la nación.
El desprestigio al que someten las instituciones quienes nos gobiernan es tal, hay tal grado de descrédito a nuestro alrededor, que uno ya ni piensa en la buena costumbre de seguir el citado debate.
Pero en esas pasadas jornadas los medios de comunicación también hablaron del 25.º aniversario de la liberación del funcionario de prisiones Ortega Lara, que esa sí fue en su día una gran noticia. Aunque luego llegó la barbaridad del asesinato de Miguel Ángel Blanco, toda una pesadilla. Y la prensa también nos contó durante esas fechas en las que se producía el debate que ahí están unas políticas y unos políticos que, con la ayuda de EH Bildu (ahí va, la hostia, estos son los de la ETA), nos dicen ahora que han acordado que el franquismo no desapareció con el entierro de Franco en noviembre de 1975, sino que llega hasta «el año 1983». Asombroso. O sea que las elecciones generales de octubre de 1982, que las ganó el PSOE de Felipe González, no fueron democráticas. Acojonante.
De lo que casi nadie habló en ese pasado debate, de lo poco que he visto, fue de sentar unas bases para intentar resolver un problema que se nos presenta desde febrero de 2022: el de la seguridad nacional. Porque en el supuesto que el hijo de Putin venga lanzando misiles sobre los Pirineos con un alcance de unos mil kilómetros, las políticas y los políticos que aquí tenemos solo nos dicen que hay que acudir a eso de «haz el amor y no la guerra». ¿En qué realidad vivirá esa pobre gente?
A mí me parece que, desde el punto de vista de las personas, España no está preparada para nada que tenga que ver con la seguridad nacional. Supongo que el Ejército sí, pero la gente de la calle carecemos de la más mínima idea y, sobre todo, no hay ninguna conciencia entre las personas jóvenes de «trabajar juntos en una misma dirección». La unidad. Y Ucrania sí nos ha dado un ejemplo de unidad desde hace varios meses.
Puede que el concepto de «unidad» haya sido debilitado, en la España de hoy, por la existencia de las comunidades autónomas, que algunas van como si fueran a lo suyo (no hay más que oír hablar a quienes las representan). Pero a mí me parece que las comunidades autónomas son muy necesarias, lo que ocurre es que no se han sabido desarrollar del modo adecuado. Y el libro «La Constitución traicionada» (2006), de Aleix Vidal-Quadras (Barcelona, 1945), habla sobre esto.
Los vascos de EH Bildu, ya digo, están apurando el desplome del PSOE, ese lastre político que arrastramos desde el siglo XIX. Unas siglas a las que se acogieron ciertos matones en la década de 1930 del pasado siglo, y un partido que ha retornado al lenguaje guerracivilista porque ahora tiene en su secretaría general a un tipo sin escrúpulos.
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