Las mareas de la historia (Expansión e imperio I)
A. J. Toynbee describió las mareas de la historia como flujos y reflujos de las naciones (civilizaciones y culturas) que se expanden, se retraen y se desploman. Pero que al retirarse dejan marcas que persisten: pudiendo tener luego algún tipo de retorno. Ese latido es la progresión histórica y no es determinista. Porque está hecha por hombres mortales moviéndose en un caos creciente de relaciones de unos con otros. Cada uno con sus aleteos de mariposa puede generar, en un niño, improntas que, por azar o casualidad, pueden llevar al niño a ser un personaje histórico. ¿De qué otra forma pudo Alfonso II el Casto llegar a ser lo que fue cuando hasta le quisieron asesinar de niño? Luego tuvo la inspiración de peregrinar a la tumba del apóstol Santiago posibilitando ríos de influencias que aglutinaron Europa. Se inició así una expansión que llevaría a la península Ibérica (Portugal, Castilla y Aragón) a ser la metrópoli de dos imperios en la mar océano y otro en el Mediterráneo (y el mundo se hizo global).
Mientras tanto los vikingos se expandían por mar hasta Islandia y más allá, y por tierra desde el Báltico al mar Negro. Fracasado su intento de convertirse en un imperio de la mar colonizando América del Norte, se convirtieron en el imperio de tierra ruso al expandirse hacia el este desde Kiev y Novgorod, y hoy son la Federación Rusa (en la que no están Ucrania y Bielorrusia, ni otros estados similares, adheridos al modo socio-político de la Europa occidental).
Lo cierto es que no hay alianza de civilizaciones con sus naciones, sino que las civilizaciones siempre están en perpetua lucha, creando imperios, dejando marcas, desapareciendo, volviendo a empezar... Así es como late el corazón en un mundo que evoluciona. Pero no crean que hay desorden en este aparente caos, al contrario, es lo que A. J. Toynbee nos muestra en su “Estudio de la Historia”. En ese aparente caos hay un orden o, al menos, una ley de formación de imperios a modo de fractales en los que, apareciendo pequeños errores humanos, se va modificando su progresión o evolución.
En estos términos se pueden concebir que hay dos tipos de imperios: los imperios de la mar creados por navegantes aventureros, guerreros o emigrantes; y los imperios de la tierra creados por hordas a caballo o comerciantes. Y hay dos formas de lograrlos: por estrategia militar para dominar, o por el civilizado intercambio comercial y cultural: o más bien por ambos a la par. Porque siempre hay resistencias a la inclusión de unos en otros, que deben vencerse para consolidar.
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