Nada y todo
Nada importa, parece, cuando se trata de justificar lo injustificable, como ocurre con el permiso para realizar la entrevista, en un diario nacional, a un personaje encarcelado por su demostrada relación con ETA. Parece ser que intervinieron los extraterrestres en ello.
Todo vale, incluso los medios para conseguir el fin que puede llevar a la gloria a un gobierno. Se negocia por detrás, sin dar la cara. No se habla claro, se cuchichea demasiado, y se utilizan a menudo expresiones y personas que hablan y actúan en clave adivinatoria, de tal manera, que el resto de los ciudadanos debemos de convertirnos en improvisados adivinos, o intentar descifrar los mensajes como quién tiene que resolver un complicado sudoku .
Nada es casual, y menos lo ocurrido el día en que se anunció el cambio de gobierno, aunque aparente que éste haya sido fruto de un pensamiento desarrollado en la noche previa a la discusión parlamentaria sobre los presupuestos.
Todo es premeditado -aunque parezca debido al azar- lo que sucede en los primeros eslabones de la larga cadena con la que el gobierno se ata al poder.
Nada quieren, que no tenga que ver con los éxitos de su partido en las elecciones venideras. Dicen, que los nuevos eslabones de la cadena van a reforzar al partido, perdón, al gobierno, y a canear más a la oposición.
Todo lo juegan, los presupuestos generales del estado, también, con tal de alargar la permanencia en sus poltronas, porque, aún sabiendo de su invalidez, también son muy conscientes de que todo se puede cambiar a golpe de decretazo.
Nada nos queda a los ciudadanos, más que la cara de espanto, y sufrir, cada día, las consecuencias del vaivén de nuestros políticos. Así, se puede negociar el voto a favor de los presupuestos del estado en nombre del bienestar de una comunidad autónoma y, a la vez, estar en contra de ellos. O bien, ser un manifestante sindicalista de la UGT que el día 29S protesta contra los presupuestos y que, días después, acepta ser ministro de trabajo. Mucha incongruencia. Poca honestidad. Demasiada amnesia.
Todo les queda a ellos, las espaldas bien guardadas y sus retiros también. Quién mueve ficha en este "juego" es también el dueño del "chiringuito", una tómbola en la que todos sus boletos tienen premio.
Nada para muchos, todo para demasiados.
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