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Un réquiem a 37º

16 de Agosto del 2022 - Alfredo Sancho Cavo (Madrid)

La acepción, es decir "el sentido en que se puede tomar una palabra o expresión y que, una vez aceptado y reconocido por el uso, se expresa en los diccionarios a través de la definición", que la Real Academia Española da para Réquiem es "Composición musical que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos".

El pasado día 30, hacia las 6 de la tarde, cuando Madrid recibía una tollina de 37° C, escuchaba Radio Clásica de RTVE, pues aparte de ser un aficionado a la música, tanto a la llamada clásica como al jazz, a los tangos, a la música folclórica -especialmente a la asturiana, y a la coral-, a la música pop como la de "Los Beatles", o las baladas de Simon y Garfunkel, coincidía, además, que en las televisiones en abierto no se visionaba nada de interés para mí.

Lo primero que escuché fue una sinfonía de un autor que no conocía, y que era insustancial. Detrás de ella anunciaron la emisión del Réquiem de Saint-Saëns.

Lo que escribo arriba es una noticia, pero ya nos enseñó el lingüista Noam Chomsky que una noticia no es una información. La noticia es plana y debe insuflarse, es decir "comunicar o transmitir ideas, estímulos o sentimientos" para convertirse en información que pueda ser útil a otros.

Es evidente que si la emisión de un Réquiem, u otra música de iglesia, en Radio Clásica fuera un caso aislado mi carta se acabaría aquí. Pero no ha sido así: durante el confinamiento ordenado por el Gobierno de España para evitar que fuéramos infectados por el "el bichu" los oyentes de esa emisora sufrimos un aluvión de Réquiem, cantatas, motetes, oratorios, misas, con órgano o a cappellér. En secciones como "Música y pensamiento", se aprovechaba cualquier disquisición sobre los pensamientos que figuraban en el libro que ese día se comentaba para ilustrarla con música de iglesia.

Pero precisamente en esa época de miedo a "el bichu" nos era más necesario escuchar música alegre como, por ejemplo, las carceleras de la zarzuela "Las hijas de Zebedeo", que bordaba la recientemente fallecida Teresa Berganza. ¿Es que no levanta el ánimo una canción cuya letra es " al pensar en el dueño/de mis amores/siento yo unos mareos/encantadores... Caprichosa yo nací/y le quiero solamente/solamente para mí/ iAy!/Solamente para mí"?

Lo curioso del caso es que la citada emisora tiene un programa que llaman "Música a la carta" y, en ese programa que suelo atender, no he oído que ninguno de los solicitantes pidiera jamás un Dies Irae -lo musicó Mozart- u otra música de iglesia.

¿Por qué se programaron tantos cantos religiosos que oprimían el ánimo? Solo encuentro una explicación: que quienes los programaron, y como se ve los siguen programando, sean marcadamente afectos y sumisos al clero y a sus directrices.

Un axioma de economía dice: la moneda mala expulsa a la buena. Como casi todo en la economía, a la que algunos acusan de ser una ciencia forense, el axioma citado se basa en el conocimiento empírico: si un país tiene monedas de plata y billetes, las monedas de plata desaparecen de la circulación, se atesoran, y en poco tiempo solo se utilizarán los billetes. Así pasó con unas monedas de plata de 100 pesetas y efigie de Franco, que se atesoraron y hoy su precio de catálogo es de 600 € (100.000 pesetas).

Eso mismo ocurre en las entidades; las personas valiosas acaban siendo sustituidas por los sumisos al clero, los clericales según la Real Academia Española. Por eso los clericales proliferan en RTVE. No afectaría a quienes pagamos su sueldo si no fuera porque ellos parecen seguir a la letra el himno de Acción Católica, que tanta veces canté de niño y de preadolescente: "Llevar almas de joven a Cristo, inyectar en los pechos la fe, ser apóstol o mártir acaso...". Y algunos no queremos que, sin nuestro permiso, traten de catequizarnos unos empleados de una empresa propiedad del Estado -RTVE lo es- porque ellos consideren que así hacen méritos para ganar un hipotético cielo o, lo que sería patético, tengan tan poca fe en sus creencias que necesitan acudir a la "fe de rebaño", es decir a pensar: tanta gente cree en lo que creo que debe de ser verdad.

Hace años oí en la SER a un furibundo clerical, Ignacio Arsuaga, fundador de "Hazte Oír" (no confundir con don Juan Luis Arsuaga, el paleontólogo descubridor de Atapuerca), pedir que si él quisiera divorciarse de su mujer un juez se lo impidiera. Si él consideraba el divorcio, que por entonces volvía a ser legal, un pecado, tal petición demostraría que muchos que se consideran creyentes necesitan que haya muchos otros que sean como ellos; necesitan "la fe de rebaño". Tal petición hizo que Juan José Millás que, con Gemma Nierga llevaba la emisión, le preguntara al de poca fe: ¿cuántos añitos tienes? A lo Gila.

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