Descolonizar
En verdad sobre "la espada de Bolívar" ya se había escrito en este espacio antes-de. https://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/51808/espada-bolivar.html
La supuesta polémica después-de, (de la toma de posesión del domingo 7 de agosto en la capital colombiana), como probable serpiente efímera de verano, tiene connotaciones parecidas a las enunciadas: si aquí en LNE ya "sabíamos" que la susodicha espada iba a estar en el histórico día de la investidura presidencial en la plaza Bolívar, ¿cómo no lo iban a saber en la Casa Real y los servicios inteligentes que protegen al monarca?
En la sobredosis y sobreactuación de las derechas y extremas para arropar al rey sentado, se les va la mano colonial por cada poro, incurriendo incluso en flagrantes contradicciones con otros homenajes realizados a Bolívar por la extrema derecha venezolana, que acapara y se ha hecho dueña de sectores inmobiliarios significativos de Madrid.
"Atacar a Bolívar" a estas alturas, dos siglos después de tenerlo "reconocido" en plazas y parques de todas las ciudades españolas, no solamente supondría un rotundo retroceso que no beneficia ni siquiera a las extremas derechas latinas y españolas, sino que se pondría en claro frente de batalla contra todos los gobiernos latinoamericanos y caribeños. Todos.
¿y para qué?
Ya era famosa la espada (Que estaba en la quinta-museo que está situada subiendo por la universidad de los Andes, rumbo al teleférico que sube a Monserrate, que fue protagonista de una sustracción guerrillera, que estuvo en Cuba y no se sabe en cuántos sitios más, que fue "devuelta" en uno de los numerosos procesos e intentos de conseguir la paz -uno en que su jefe guerrillero, Pizarro, ya en ínfulas de candidato presidencial, fue asesinado sin piedad, y que ahora su hija es una de las parlamentarias de prestigio y protagonismo en el nuevo proceso en curso-), y de nuevo vuelve a hacerse más visible. Lo que no se esperaba ni estaba en el candelero era el "encontronazo" cultural y colonial que se vuelve con torpeza monárquica a producir 30 años después de la gesta del anterior encontronazo del quinto centenario.
Cuando el papa católico y las autoridades de Canadá y EE UU andan pidiendo revisión suave de gestos coloniales y de asimilación forzada de pueblos originarios. Cuando la integración latinoamericana en base bolivariana sigue siendo aspiración de los pueblos para lograr paz y progreso en los territorios del Abya Yala.
En hechos concretos, tal vez más grave que el suceso de la espada envitrinada sea el que el presidente saliente Duque hubiera tratado de impedir en último gesto despótico que la "reliquia" no saliera de palacio, y que el nuevo presidente Petro hubiera tenido que dar la "primera" orden en contrario.
Más grave es que Duque, guerrerista, uribista y vengativo, no hubiera invitado a ese día al presidente vecino, el de Venezuela, que un tiempo fueran país único, Venezuela-Colombia-Ecuador-Panamá, y por ello llevan los mismos colores "bolivarianos" en sus banderas.
Más grave que el Congreso ultraderechista de Perú haya impedido viajar a Bogotá al Presidente Castillo, como se han encargado de afear conducta tan aberrante el resto de mandatarios latinoamericanos.
Está insultando la derecha y la extrema derecha española a Petro, a la negra Francia, a los Pueblos originarios, y esperemos que solo sea una pasajera obnubilación fruto del calenturiento verano: porque lo que se hace preciso y urgente es arropar las relaciones con aquellos pueblos, que han elegido (en porcentaje mucho mayor de votos que cualesquiera de nuestros jefes de gobierno) a los suyos, para una etapa nueva de defensa de la vida, de construcción de la Paz.
En Colombia y en el vecindario.
Y en ese esfuerzo y compromiso todas las sinergias han de converger.
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