A las cinco de la tarde... en Gijón
Estimada señora alcaldesa:
Me llamo Lucrèce Wittevrongel, soy belga y soy profesora de español y francés. En 2014 pude enseñar -gracias a una beca europea "Erasmus Plus"- unos meses en la Escuela Oficial de Idiomas de Oviedo.
Desde aquel entonces vuelvo todos los años a veranear en tierras asturianas porque me encanta el clima (parece mentira, pero sí), la tranquilidad, el paisaje, los caballos y también... los toros.
En 2019 asistimos (unas amigas asturianas y yo) en Gijón a una corrida de toros de tipo rejoneo con el gran Diego Ventura, una auténtica leyenda viva en el mundo de la tauromaquia. Tuvimos que abrirnos paso entre un cordón de policías porque unos cuantos antitaurinos estaban gritando e insultándonos histéricamente. A pesar de esto, la plaza de toros estaba casi llena, y la corrida, "de diez".
Este año volví con mucha ilusión, que se convirtió en desilusión al enterarme de que ya no habría corridas en Gijón porque la señora alcaldesa tomó una decisión política que resultó en anular las corridas. O sea: victoria para los antitaurinos, porque no queremos que los animales sufran innecesariamente, ¿verdad? Pues prohibamos al mismo tiempo el consumo de carne, cerremos los mataderos y hagámonos todos vegetarianos -que me perdonen esta reacción irónica...
No quiero tener por enésima vez la discusión de los "pros" y los "contras" de las corridas de toros, creo que todos conocemos de sobra esos argumentos. Sin embargo, a mis estudiantes en Bélgica -siempre mirándome horrorizados nada más tocar el tema- les pido que lean el libro de Sven Tuytens: es un periodista belga que vivió muchos años en Madrid y que explica en su libro "Groeten uit Spanje" ("Recuerdos de España") la historia de la tauromaquia. Uno de ellos me dijo después de la lectura que "todavía estoy en contra de las corridas, pero admito que ahora lo veo de otra manera".
Sé que el tema es delicado y que voy a recibir una avalancha de comentarios tóxicos, porque encima no soy de aquí ("turistas, go home"...) pero esta carta tenía que escribirla para desahogar mi frustración, sea como fuere.
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