¡Despertad, despertad, malditos!
Con la electricidad por las nubes, muchas compañías y particulares están demandando soluciones fotovoltaicas. También en este sector los plazos de entrega solo resultan soportables para aficionados al yoga.
Como todo el mundo sabe, el silicio es la materia prima necesaria para la fabricación de paneles solares.
En 2012 China tenía una participación del 30% en la producción mundial.
En 2021, esta participación ya había aumentado al 76%. Dado que actualmente se está produciendo una gigantesca ola de expansión, la producción mundial asiática se situará pronto por encima del 90%.
Siete de las diez grandes compañías productoras son chinas, una americana, una surcoreana y una alemana, según el ranking elaborado por Berneuter Rechears.
Además de la fabricación, control de puertos, transporte mundial de contenedores y el avance en las materias primas han provocado un presente muy alarmante.
China está consiguiendo el control total de la economía mundial y EE UU es el único que parece haberse dado cuenta. Esto último explica las tensiones multidisciplinares y amenazas militares entre China y América.
China no actúa de forma opaca ya que debido a las dimensiones del plan le resultaría imposible hacerlo. En el 2013 el presidente Xi Jinping explicó claramente los planes que ya venían desarrollando. La nueva Ruta de la Seda la llamaron los medios. Se trata de enormes programas de desarrollo e inversión, marca de la casa, sin control ni barreras humanitarios que hacen más rápida la implementación y que se extienden desde el este de Asia hacia Europa, África y América Latina.
Mientras esto ocurre los holgazanes políticos europeos llenan los restaurantes "cayetanos" de Bruselas, Estrasburgo y el resto de capitales europeas.
Ya sé que es muy manido, pero no encuentro nada mejor que el film de Sidney Pollack de 1969 para exponer la situación.
Estados Unidos está viviendo la época de la Gran Depresión. En medio de un ambiente de terrible miseria, gentes desesperadas, de toda edad y condición, se apuntan a un maratón de baile con la esperanza de ganar el premio final de 1.500 dólares y encontrar, al menos, un sitio donde dormir y comer. Mientras los concursantes fuerzan los límites de su resistencia física y psíquica, una multitud morbosa se divierte contemplando su sufrimiento durante días.
El título era "Danzad, danzad, malditos", pero confío, no por mucho tiempo, en la inteligencia de las élites europeas y les grito: ¡Despertad, despertad, malditos!
Despertad, pero contad hasta diez antes de poner pie a tierra, porque si nuestra admirada Alemania depende totalmente del gas ruso y nos impuso la matraca antinuclear pagada con rublos, no quiero imaginarme en qué manos estamos.
¡No se me retrasen, pero no se me adelanten!
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