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Incendios, mano criminal

22 de Agosto del 2022 - J. J. J. Suárez González (Gijón)

Así calificó el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, a los autores del gigantesco incendio que asoló el país vecino provocando 64 muertos, decenas de heridos y cientos de damnificados, muchos que lo han perdido todo en junio de 2017. En efecto, los bomberos pudieron determinar que el fuego comenzó horas antes de la “tormenta seca”, con varios focos simultáneos, y que no fue un rayo el causante, como se había barajado en principio. No era la primera vez, ni mucho menos, que Portugal padecía devastadores incendios, la mayoría provocados, pero nunca, hasta entonces, había quedado tan diáfano que tras el fuego están individuos que solo se pueden calificar de terroristas. En Portugal seguirían los pavorosos incendios, también este año, y en Grecia, y en Francia y en Argelia (con 36 muertos) y en España, donde cuando escribo estas líneas hay gigantescos incendios que asolan Valencia y otras comunidades autónomas ante la desesperación de los héroes que, desde tierra o desde el aire, intentan apagarlos sin éxito.

En España hemos tenido relativa suerte, porque a pesar de los miles de incendios forestales que ha sufrido nuestro país todavía no hemos tenido un drama humano tan grande. No debemos olvidar, sin embargo, que en España tenemos una media de ocho muertos (seis de los servicios de extinción) al año en los incendios forestales. El peor año fue 2005, cuando en un solo incendio, en Guadalajara, perdieron la vida once componentes de los servicios de extinción, en aquella ocasión el incendio fue provocado por una barbacoa mal apagada, como uno de los que han asolado Valencia, donde se arrojaron las brasas al suelo, es decir, por negligencia criminal.

Algunos incendios son provocados por pirómanos enfermos, a los que les gusta ver arder el monte, pero la gran mayoría lo son por intereses económicos, no solo los forestales. Recordemos el fuego que padeció la localidad de Seseña, donde ardieron millones de neumáticos, el incendio fue provocado por las rencillas económicas entre dos cuñados, y también es de conocimiento público que algunos locales y empresas son incendiados para cobrar el seguro o para echar el cierre de manera menos onerosa. En todos los casos, debemos ser conscientes que los pirómanos son terroristas cuyas acciones son tan execrables como las del terrorismo yihadista o el de ETA porque, como hemos visto, ponen en peligro las vidas y haciendas de las personas y atentan muy gravemente contra la Naturaleza, cuando el planeta Tierra más está padeciendo las consecuencias del cambio climático. Los incendios dejan pueblos arrasados, familias destrozadas, decenas de miles de hectáreas desertizadas, aguas contaminadas y miles de animales, domésticos y salvajes, carbonizados.

En Asturias, hemos padecido cientos de incendios en los últimos dos años, la mayoría también provocados, bien por negligencias o con alevosía y premeditación. Algún incendiario incluso ha sido grabado por cámaras instaladas en el monte. La Guardia Civil, tras arduas investigaciones, logró detener a varios pirómanos, no por casualidad todos pertenecientes al mismo colectivo, el de los ganaderos, ¿hay alguno en la cárcel? Fue en una sesión en la Junta General donde varias asociaciones ganaderas lograron intimidar a los diputados regionales (“queremos seguir haciendo lo que siempre hemos hecho”, dijeron entonces con vehemencia) y todos los grupos, menos Podemos, acordaron levantar la prohibición de que el ganado pastara en los terrenos quemados, convirtiendo a Asturias en la única comunidad autónoma de España donde se permite. La iniciativa de la medida fue del PP. No solo eso, también se acordó dejar sin efecto las sanciones vigentes por llevar ganado a pastar a terrenos acotados. A partir de que los políticos asturianos tomaran esa irresponsable decisión los incendios forestales se multiplicaron, al mes siguiente fueron más de 260. Pero no debemos olvidar que abaratar el precio de la madera o conseguir que el suelo sea edificable también son “razones” para quemar el monte.

Para prevenir los incendios forestales son necesarias unas políticas de limpieza del monte y de vigilancia adecuadas y poner en su sitio, con medidas legales contundentes, con penas similares a las que contempla la Ley y el Código Penal para otros tipos de terrorismo, a la mano criminal. Cuando el monte se quema, algo nuestro se quema.

Mi reconocimiento y admiración para los bomberos, voluntarios, pilotos de aviones y helicópteros y los soldados de la UME, que se juegan la vida en el infierno.

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