Recargada de bombo
Recordatorio. La política sirve, debería servir, para que el odio no sea eterno.
Probablemente conocéis la de ese músico componente de una orquesta con un repertorio más calado que un paraguas de seis reales de los de antes. A saber: «Maestro, ¿y ahora qué tocamos?». «¿Que qué tocamos, que qué tocamos? -le recriminó el director-. Pues la misma pieza que tocamos al principio, recargada de bombo».
Te ausentas mes y medio y al regreso todo sigue igual políticamente, con el raca, raca, raca, con la matraca... El arriba firmante en cualquier momento se tira definitivamente al monte y no regresamos nunca jamás.
Amables lectores, vaya ya sin más demora un fuerte abrazo. Para vosotras, Argentina, Luisina y Juanita, octogenarias abuelas entrañables, un beso por vuestro cariño y, asimismo, para ti, Natalia, y para ti, María Aurora, encantadoras muchachas rebosando sensibilidad. Que bálsamo para el alma es recibir ternura: se guarda en el corazón mientras éste palpite y después, también.
Deciros, antes del punto final, que la pareja de palomas enamoradas, Laura y Miguel; Luna, Blacky, Bonni, Copi, Tin, Niky y el Casimiro (tenías que ver lo elegantes y coquetuelas que andan todas ellas/os. ¡Ay, cómo son! ¡Ay, cuánta compañía y cariño nos regalan! Bien lo sabéis quienes tenéis alguno de esos seres que no cesan de entregarse a tope.
Érase una vez. Una vez que en nuestro país se llamó (se llama) «violencia de género» a lo que era (es) terrorismo puro y duro. ¿O no?
Sí, clarísimo que sí. Y ya, por hoy, bajamos la persiana al ordenador.
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