Sobre los embalses españoles y ciertas nostalgias
No cabe la menor duda de que la construcción de alguno de los más de 300 embalses españoles puede haber sido desacertada. Sin embargo, la pregunta es: ¿cómo se regula el agua de lluvia sin ellos y como consecuencia el riego y en muchos casos la producción de energía eléctrica limpia?
Es claro que la construcción de esos embalses erradicó de su medio rural a algunos miles de españoles, aunque en algunos casos el proyecto incluía la construcción de un pueblo nuevo en las cercanías del antiguo, como es el caso de Riaño, en León.
La afirmación de que se pierden al menos 5.000 hm³, por la desastrosa política de Zapatero, que despreció la oferta de Bruselas para financiar el trasvase del agua perdida del Ebro, confirma el gran beneficio de la construcción de embalses en España, independiente del político que la ordenó. Esa agua se añora mucho por la sequía, que parece pertinaz, que sufrimos estos días.
La curiosidad que se produce estos días por la visita “turística” para ver los restos de los pueblos inundados no nos debe hacer pensar que las obras son censurables, no es más que el cierto interés que despierta en todos el observar los restos de pueblos que tuvieron vida, siendo visibles, muchas veces, la torre de la iglesia enhiesta, un puente de estilo romano o los linderos de las fincas. Es mucho peor lo que sale al exterior cuando, como ahora, se desangra de forma extrema España, todas las riquezas vilipendiadas generalmente por políticas de extrema izquierda. Que algunos vemos y otros callan.
Muchas de nuestras carreteras y autopistas precisaron el desahucio expropiatorio o abandono de pueblos, fincas, antiguas calzadas, y por ello no nos rasgamos las vestiduras por el cabreo que algún agricultor pudo coger al perder las tierras de toda la historia familiar. A veces somos algo cínicos, véase, como ejemplo, el gran abandono de los restos, puente y otros edificios apartados por el paso de las nuevas carreteras en Olloniego, pues ahí están olvidados tras decenas de años y son bien accesibles en este caso.
Como minero me pregunto si habrá yacimientos minerales bajo las aguas embalsadas. En algún caso pudiera ser. Hoy eso importa poco a un Gobierno anárquico que prohíbe la explotación minera de recursos muy valiosos para el desarrollo. Pero qué duda cabe que podría haber alguna pérdida valiosa.
Mas la curiosidad de ver lo que ocuparon los embalses no puede hacernos olvidar las cantidades de grano, hortalizas y frutos que se recolectan gracias a embalses como el del Esla, por solo mencionar un ejemplo.
El odio, quizá por otras razones, hacia quien desarrolló esas obras es algo a olvidar, como hemos tenido que olvidar a los pocos que robaron el oro de España, y el privado de los españoles, hoy con calles y monumentos en España, para regalárselo al mayor asesino, comunista por más, que jamás existió; o se lo quedaron, llevándoselo a México. El perdón y el olvido es un gran benefactor en cualquier nación, aunque lo desconocen Zapatero y sus seguidores. Paguémosles unas eternas vacaciones a este “señor” y sus seguidores (perdón y olvido) en las Malvinas (las Maldivas no las merecen), y así, de paso, aprenden inglés. Qué pinta Zapatero en el Consejo de Estado, habiéndonos privado, entre otras cosas, del agua, tan necesaria para el pueblo. Ese gran bien social. Es una acción, esa “privanza”, de “lesa patria”. Los medios no hablan de ello. Por qué.
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