Verano a Tapia
Mi hermano Guille y yo acabamos el mes de junio como todos los niños y niñas que conozco, con muchas ganas de tener vacaciones. Durante el curso había dibujado mil veces la casa de la playa. La dibujé hasta para el concurso de dibujo de nuestro cole, que no gané. Segundo de Infantil es tan largo, que se me olvidó casi todo lo que hicimos el verano pasado, y cada vez que hablaba con mi familia me recordaba lo felices que éramos cada verano en la casa de la playa de Tapia.
Yo soy un niño de 5 años, y Guille acaba de cumplir 4, así que nos lo creímos, y nada más empezar las vacaciones viajamos contentísimos hacia Tapia de Casariego. Antes de que nos diéramos cuenta, ya había llegado el primer problema: tendríamos que dormir siesta día tras día. Resulta que primero te dejan ponerte muy contento porque ya puedes hacer el curso de surf en el Anguileiro, que si mira qué playa de paraíso, que si Lucas es un profesor adorable, cariñoso y lleno de paciencia, que si fíjate qué suerte tenéis, que hay clase de patinaje todas las semanas, y Sofía es la mejor profesora de patinaje que os podéis encontrar. Sí, es verdad que Guille y yo nunca nos habíamos subido a unos patines, y ahora hasta damos saltos y cantamos "Todo lo que tengo es tuyo", porque nos pone una música muy divertida en las clases. Y es verdad que nos encanta el taller de Cris, porque hacemos todo lo que podáis imaginar sobre dinosaurios, y ahora estamos con el tema del mar. Pero ya sabíamos que Cris era un hada madrina, aunque nunca dijimos nada. Aquí hay muchos seres mágicos, aunque nosotros hagamos como que no lo sabemos. Pero es que primero te dejan ponerte muy contento para luego obligarte a dormir la siesta todos los días, sin perdonarte ni uno. Guille y yo lo discutimos cada vez, pero es que buscan mil formas de convencerte: que si no podréis montar en barco en el saleo, porque aquí los marineros te llevan en su barca dos veces en el verano; que si no podréis ir al campo de la ermita de San Esteban a la sardinada porque estaréis muy cansados (eso nos lo dijeron un día en el que todo el pueblo se vistió de pirata); que si estaréis agotados para ir al Murallón por la noche a escuchar las bandas de música celta; que si tendréis que olvidaros de ir a ver el grupo de baile irlandés, o a la presentación de El Sabicheiro. Y aún nos queda la Feria de Campomar. De todo, nos han apuntado a todo: cultura y práctica de los ferreiros de Mazonovo, taller de casetas para pájaros, alfarería, elaboración de quesos.
Si eres niña o niño, no vengas a Tapia. Aquí quieren que te diviertas todo el día para luego obligarte a dormir la siesta. Guille y yo ya no tenemos escapatoria.
Grétel Burguet en nombre de los firmantes Alberto y Guillermo
Oviedo
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