Un aviso para navegantes
Los que tenemos afición a los deportes, como es mi caso, y también los que los hemos practicado de forma amateur, aunque ya mi provecta edad me impide practicar el tenis, deporte que practiqué aprovechando que en la casa en la que vivo en Madrid tenemos pista de tenis con iluminación -lo que permite jugar en esta época del año-, solemos ver en las televisiones los deportes a los que tenemos afición, a los que tenemos atracción porque nos gustan. También nos informamos de las noticias publicadas sobre esos deportes.
Una de esas noticias fue la del injusto trato que recibió el ganador del torneo de este año en Wimbledon, Novak Djokovic.
Todo empezó cuando el club AII England Lawn Tennis, que fue fundado en Londres en 1868, y es por tanto uno de los clubes de tenis más antiguos del mundo, prohibió la participación de tenistas de Rusia y de Bielorrusia en su trofeo de este año por la guerra en Ucrania.
Entonces la Asociación de Tenistas Profesionales, la ATP, para no perjudicar a los tenistas rusos y bielorrusos, decidió que los puntos ganados en ese torneo no computarían en la clasificación general individual, puesto que muchos de sus contratos con las marcas que les patrocinan están basados en esa clasificación, la cual se publica todos los lunes. La sede de la ATP está también en Londres.
Contado así parece que hicieron lo justo y necesario. Pero el revés de la trama es otro, como se verá.
El 10 de julio de 2022 Novak Djokovic levantó el trofeo que le acreditaba como campeón del torneo de Wimbledon de ese año.
Y para sorpresa de tirios y troyanos, de acuerdo con lo que habían acordado, como cuento más arriba, los 1.000 puntos ganados, Wimbledon es UR Master 1.000, no se le añaden; sí le pagan el importe del premio, pero, injustamente, le hacen descender al 5.º puesto de la clasificación.
El barón de Coubertin fundó los nuevos Juegos Olímpicos con la finalidad de dirimir los enfrentamientos entre países mediante competiciones deportivas. Evidentemente, si esa era su finalidad fracasó, una muestra de ello es lo que le hicieron a Djokovic.
Con lo sucedido al tenista el Imperio USA ha enviado un aviso a Serbia encarnada en Djokovic, que es, indudablemente, un ídolo para los serbios. Es lo que se conoce como "aviso para navegantes", cuando amenazas a alguien con el ejemplo de lo que le has hecho a otro.
Aunque Serbia se unió a los occidentales en su rechazo de la invasión de Ucrania por los rusos, sigue manteniendo buenas relaciones con Rusia. Y los imperios siguen la máxima: el que no está conmigo está contra mí.
Consecuencias: como Serbia no ha roto relaciones con Rusia, la OTAN intenta desestabilizar al Gobierno serbio. Para ello la semana pasada utilizó al Estado de Kosovo para que bramara contra Serbia (recuérdese que Kosovo fue fundado por terroristas, algunos de los cuales se desplazaron a España y utilizaron sus conocimientos militares para reventar las cajas fuertes de las empresas). Cuando Serbia también bramó, la OTAN amenazó a los serbios con intervenir.
Si la OTAN ataca Serbia, el riesgo de que el ataque deviniese en una guerra mundial, y por tanto nuclear, sería elevadísimo.
Mientras tanto la Unión Europea va de mal en peor. La causa de ello es que la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen, está entregada de hoz y coz a los intereses de Biden, y los dirigentes de los 27 no quieren romper un equilibrio que tanto les costó conseguir, pues no se debe olvidar que la elección de Von der Leyen fue una solución de compromiso.
Por último, algo menos serio: la traducción del nombre del club Wimbledon es "tenis inglés sobre césped". Los comentaristas deportivos suelen hablar de "tenis sobre hierba", pero si es cierto que el césped es una hierba, es un disparate pensar que todas las hierbas son césped. Era yo muy joven cuando escuché a un visitante de un campo escocés de golf preguntar al presidente del club cómo se podían conseguir unos green así; la respuesta de éste fue: con una grama específica, con mucho abono, con mucho riego, segada por especialistas y, lo más importante, que tenga como mínimo siglo y medio.
Alfredo Sancho Cavo
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