Conocimiento, actividad y mentalidad
La palabra progreso ha perdido su primitivo significado ya que hemos sobrepasado el pico. Cuando se sobrepasa el pico ya todo es caminar hacia abajo y eso no es progresar. Es necesario un radical cambio para volver a la ascensión y progresar. Nos está pasando en Europa, pero en Asturias llevamos más tiempo en esta situación de impasse. En Asturias, según mi opinión, antes de 1934 ya se exigían cambios radicales (quizá esa fue la causa de la absurda revolución que incrementó la pendiente del descenso), pero la Segunda Guerra Mundial nos levantó de nuevo y su final fue el punto de inflexión que nos llevó a un pico que sobrepasamos entorno a 1960. Se creyó entonces que se hacían grandes cambios de progreso, pero no fue así: Hunosa y Ensidesa significaban más de lo que ya teníamos desde hace siglos, y que la empresa privada abandonaba. Ese tobogán hacia abajo lo iniciábamos entonces y en él continuamos. Fuimos cogiendo velocidad confundiendo velocidad con buen progreso. Aun hoy en día seguimos confundiendo nuestra buena renta per cápita (a causa de las pensiones) como un dato de buena esperanza, cuando sabemos que no es de actividad.
Cualquier sociedad, cultura o región que se queda estancada en su cómoda plataforma en la necesaria ascensión a la montaña del progreso necesita de pioneros que escalen los murallones circundantes en busca de un nuevo lugar: una nueva plataforma superior desde donde continuar la ascensión. Esos pioneros son los investigadores que surgen de la Universidad y, una vez que descubran una nueva plataforma, deben arrastrar con ellos a aquellos emprendedores que, rechazando quedar en el estado decadente del confort, se eleven a la nueva plataforma para construir caminos e ir arrastrando a la sociedad hasta ese nuevo estadio o plataforma desde donde, de nuevo, poder continuar la ascensión.
¿Qué nos ocurre en Asturias? Que el estado de confort tanto de la Universidad como del mundo empresarial ha impedido la innovación de los pioneros o no les ha hecho caso en sus descubrimientos dejándoles marchar a otra sociedad que sí les anima a escalar y hacer descubrimientos. Hasta tal punto esto se ha hecho cronicidad que, si los pioneros que se han ido vuelven para contarnos que existen otras plataformas a las que es preciso ascender, los tachamos de locos, les desprestigiamos, y, si podemos, les destruimos y con ello nos alegramos. Apenas tenemos profesores provenientes de universidades extranjeras que interactúen con los de aquí para sacarnos de esta endogamia. Incluso a los egresados de nuestra universidad que ejercen como profesores en otras del mundo, ni se les propone volver dignamente, ni ellos se sienten atraídos por esa vuelta: dadas las facilidades y ayudas que reciben para ser pioneros en la otra sociedad.
Esto es así porque aquí, la cofradía del corcho y de la nata es muy poderosa entre nosotros, y toda propuesta de cambio es una posible amenaza a su comodidad. ¿Por qué buscar otra plataforma si en esta ellos están muy bien?: "Si ya gano un euro más que tú, por qué voy a querer que tú ganes cinco más y seguir ganando yo dos más que tú", o desde el otro lado: "Si tú ganas más, por qué no ganas lo mismo que yo". No, no tenemos el conocimiento de que: "El que no siembra desparrama" y necesitamos un gran cambio de actividad y mentalidad. Necesitamos una sociedad que articule una buena democracia participativa para que destruya la cofradía del corcho y de la nata y no se deje convencer por ella: porque solo tiene agitación y no tiene actividad. Necesitamos visualizar a los que aún tenemos sumergidos intentando actividad.
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