Animales salvajes sin límite ni proporción
Dicen que esos animales se adentran en las urbes por invasión de su hábitat natural por parte de los humanos; no es cierto, jamás han tenido tanto espacio por la España vaciada, ya los pueblos se quedan sin gente. También que si es por el cambio climático, pero la única realidad es su masificación: allá donde había lobos, ahora están también osos, los lobos en manadas sin control desplazan a los jabalíes, buitres y otras especies. Ya solo les queda acercarse a las zonas pobladas para buscar alimento y no ser pasto de sus depredadores naturales.
Todo ello trae consigo selva y maleza que, como una tea pidiendo cerilla, se prenderá causando estragos en el resto de fauna y flora.
O lo que es lo mismo, tanto imberbe ecologista y animalista logrando lo opuesto a su predicado, destruir lo que se quiere conservar.
La otra certeza es que los únicos conservacionistas del ecosistema son y eran las gentes de los pueblos, los que limitaban y regulaban la fauna salvaje, los que limpiaban montes y caminos, los que con sus animales domésticos hacían del entorno un lugar para todos. Ahora no, todo es selvático y masificado de bestias salvajes y maleza; lo opuesto a un medio ambiente donde la naturaleza y las gentes convivan en armonía.
No es cierto que se regulen a sí mismos los ecosistemas, la mano del hombre debe estar presente para ajustar el lugar a las condiciones que complementen los diferentes eslabones de esa cadena alimenticia.
Dejar al libre albedrío todo va en detrimento de la supervivencia de las familias en ese entorno que ellos mismos conservaban. Ahora, desde el 5.º piso de la ciudad, se pretende gestionar un hábitat que pertenece a otro mundo no tan sibarita, acomodado y urbano.
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