Estimulaciones
En estos tiempos de cambio, pues nadie niega hoy el cambio de este nuestro mundo, para ser en él responsables de nuestras vidas y no actuar como zombis o fundamentalistas en medio una opinión pública llena de información y noticias falsas, de incertidumbres e intereses, necesitamos más que nunca pararnos a pensar y hacerlo con otros y comunicarnos con sinceridad y responsabilidad.
Para la Iglesia se acercan momentos muy difíciles. Más que nadie a ella le conviene el examen y la reflexión. Por lo que veo como un gran acierto la invitación del Papa Francisco a abrirnos a una Iglesia sinodal. El mundo ha cambiado, y la Iglesia, también. Hay que estar muy ciego para negarlo. Y, por otra parte, la respuesta acertada a los cambios exigidos no será fácil. Y espero que Dios nos coja a muchos bien confesados. Y, sobre todo, unidos al Papa, y sin el pretexto de que cada uno en particular no puede hacer nada y de esa manera permitir que esta triste situación perdure. Démonos cuenta de que la verdad es la que nos busca. Y aunque ningún problema del espíritu admite una solución definitiva. Y aunque estemos seguros de esto último, estemos confiados porque se trata de cosas de Dios.
No nos asuste el que algunos ya prefieran hablar más de cristianismo que de la Iglesia. La salida de esta crisis eclesial no será de una vuelta al pasado, ni mucho menos. Me temo que vaya a haber abandonos. Pero estoy seguro de que seguirá habiendo cristianos sin apostasía interior alguna. Hay muchos aún conscientes de que solo con hombres y mujeres dispuestos a amar hasta el fin se podrá construir el cristianismo que Dios quiere.
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