Compartir Asturias nos presta
Después de cocinar por primera vez bonito en rollo con la receta que en su día mi
abuela le cedió a mi madre y ella a su vez a mí, me surgieron sentimientos
encontrados. Orgullo y pena.
Orgullo por poder hacer a otros disfrutar a través de lo que conocíamos solo unos
pocos y pena por compartir algo cuyo valor quieres proteger.
Si le preguntas a mi madre, probablemente se sentirá igual, orgullosa de que yo al
fin lo intente, pero apesadumbrada al pensar que ya no será "su secreto".
Casualmente me di cuenta de que eso describía mis emociones del último verano,
y de los anteriores. Probablemente más de un asturiano ha experimentado este
cruce de sentimientos al ver la cantidad de visitantes que nos acompañan durante
estos meses.
Una punzada de frustración por sentir que compartes tu joya más preciada, tu
paraíso verde y azul, tus playas y rutas secretas, acompañada de una ráfaga de
satisfacción porque se disfruten, se pongan en valor y ayuden a nuestros negocios.
En cualquier rincón de nuestros más de 10.000 kilómetros cuadrados de
extensión puedes encontrar a alguien un 15 de agosto, en tu plaza de
aparcamiento asegurada en el pueblo, en el acantilado más escondido, en el pico
más recóndito.
Si te detienes a pensarlo, todos los asturianos somos embajadores de la tierrina.
Allá donde vayamos predicamos las incomparables características de nuestro
paraíso.
Así, cuando frustrado resoplas "¿hasta aquí van a llegar?", piensa que alguien
como tú les ha recomendado ir.
Entonces, te darás cuenta de lo que te presta.
Porque sí, nos presta. Nos presta saber que nos visitan por nuestros paisajes,
nuestra gastronomía, nuestra variedad de actividades y nuestra naturaleza
acogedora. Nos presta ver cada año más y más turistas, ver a los que repiten,
escuchar de su boca lo que nosotros ya sabíamos.
Cada vez hay más gente, del sur y del norte, nacional e internacional, que quiere
saber qué es lo que hay en Asturias que todo el mundo habla tan bien, que la hace
tan especial.
Y eso nosotros lo tenemos ya claro.
Todo esto me devolvió a los fogones, y a pensar que hoy, a pesar de la tristeza de
que algo tan mío sea desvelado, ver a mis invitados comer será mi mayor
satisfacción.
¡Feliz Día de Asturias!
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