Nueva era
Ni cuando entramos en el euro, ni cuando cambiamos de siglo, ni cuando murieron papas, presidentes y reyes tuve la sensación de que el mundo estaba cambiando de era, ahora sí. Esa sensación empezó con la crisis económica de 2008, se acrecentó con la pandemia del coronavirus y fue escalando con acontecimientos como la espiral inflacionista, la guerra en Ucrania y la muerte de Isabel II. Estamos entrando en un mundo nuevo, las nuevas eras siempre han empezado con un hecho muy importante y/o notable, y ya tenemos unos cuantos, y me temo que este mundo va a ser peor que el anterior.
Mientras los informativos van a tener entretenida a la gente con los funerales de la fallecida reina británica y con las andanzas de su familia durante semanas, o meses, y mientras Ayuso decreta tres días de luto en Madrid –¿hará lo mismo Londres el día que fallezca Juan Carlos?–, el BCE sube los tipos de interés un 0,75%, la mayor subida del precio del dinero que decide esa institución financiera europea desde su creación. Si para Ayuso lo importante es el protagonismo y que la gente hable de ella, aunque sea mal, para Cristine Lagarde lo importante es intentar frenar la inflación y hacer algo para que la paridad del euro con respecto al dólar no se siga deteriorando. Es frecuente que cuando un departamento de ventas de una empresa va mal el director diga al responsable de ese departamento que tiene que hacer algo, porque si no hace nada las ventas seguirán yendo mal. Craso error, porque el jefe de ese departamento puede tomar alguna iniciativa que aún empeore más las cosas. Las decisiones importantes las debe tomar el equipo, porque casi siempre las decisiones del equipo son más acertadas que las individuales. Pues bien, aquí el equipo somos nosotros, que votamos. ¿Cree usted que una subida brutal de los tipos de interés arreglará las cosas o cree usted que las empeorará? Yo pienso que, en la coyuntura socioeconómica actual, subir los tipos de interés tendrá consecuencias muy negativas: impagos, encarecimiento del crédito, contracción económica, incremento de las amortizaciones de la deuda de particulares, empresas y estados, y, en fin, recesión, con todo lo que eso va a suponer. Son las tan británicas sangre, sudor y lágrimas que yo les vengo anunciando desde hace bastante tiempo ante las erróneas medidas monetarias que se estaban tomando. ¿Hay alternativa?, por supuesto: reducir gastos superfluos, eliminar las sanciones a Rusia y valorizar (desviando el dinero del consumo a la inversión) el dinero fiat que el propio BCE, como otros bancos centrales occidentales, han introducido muy imprudentemente en el mercado. Por supuesto, estoy pidiendo peras al olmo. Todavía no he encontrado nombre para la nueva era, lo estoy buscando entre los sinónimos de apocalipsis.
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