No hay que quererse tanto
Está muy bien tener amor propio, dicho esto en el mejor de los sentidos, lo que no significa que nos estemos vanagloriando permanentemente de nosotros mismos y de lo listos, simpáticos y ocurrentes que seamos, porque nos podemos pasar de autocomplacientes, una actitud que es más próxima a la egolatría que a cualquier otra de las características que nos puedan adornar.
No está mal quererse algo por lo que consigamos y hagamos con esfuerzo y dedicación, o por nuestra actitud vital, pero no por lo que nos venga de serie, y en ese sentido no creo que haya que sentirse muy satisfecho con uno mismo si somos envidiosos, tacaños, tristes o negativos, por solo mencionar algunas de las muchas “cualidades” que suelen ser tan comunes y, además, contagiosas.
Curiosamente, las personas solidarias, generosas, empáticas, alegres, respetuosas, positivas, y con un elevado concepto de la moral y de la ética, no suelen presumir de serlo, lo que no significa que no se quieran, pero deben quererse lo justo porque se dedican más a querer a otros.
Espero que después de esta reflexión comience a quererme menos.
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