Perplejidad europea
EE UU, Rusia y China son cada uno, precisamente eso: uno. En la UE somos 27. Esto ya causa perplejidad. En Europa sus dirigentes (en referencia al cambio climático y a esta maldita guerra económica y comercial) están confusos e irresolutos, o lo que es peor: toman decisiones claramente incoherentes si es que no son equivocadas.
Hace tiempo que se sabe que el aumento del CO2 atmosférico provoca el cambio climático y que este ira a peor. Es decir, cuando más necesita la humanidad una conciencia mundial, tenemos una guerra económica global que utiliza como armas: energía, tecnologías, economía y propaganda, y, en Ucrania, el mortal armamento convencional.
Al presidente de la RAND Corporation en la década de los sesenta del siglo pasado le preguntaron: “¿Para qué necesita tanta potencia informática?”. Él contestó: “En estos momentos vamos por la 3.452 guerra económica mundial”. Esto hace sesenta años, ahora: ¿cuál será su afán? ¡Qué hay detrás de tanta ausencia o presencia de planteamientos! ¿Podría ser todo esto un plan urdido por creativos con la ayuda de la IA que manejan los gobiernos? ¿Tendrá alguien el control o se les ha ido de las manos? EE UU, Rusia y China juegan, pero los demás solo interpretan su papel de peones y víctimas.
Rusia, China, India y EE UU mantienen centrales térmicas abiertas y a los mineros en el tajo. Rusia, con grandes reservas de gas y carbón, ha incrementado su producción para vender muy barato a China e India (incluso alguno más compra para hacer reventa). Rusia consigue así liquidez frente a su asedio económico y comercial, mientras que China e India incrementan su producción eléctrica a bajo costo y, puesto que la energía eléctrica entra en todo tipo de producción, abaratan aún más sus productos y los venden sin competencia alguna aumentando producción y beneficios. Son los que dejan de vender los que pierden y cierran empresas, sumiéndose así en la ruina y en la recesión, e igual somos nosotros los europeos: cada vez más convertidos en un daño colateral.
En esta guerra económico-comercial, mediática y propagandística, el pueblo llano padecerá todo lo inimaginable y con intensidad. El victimismo de los pueblos (azuzados por aquellos que saben lo que deben hacer) engendrará totalitarismos. Entonces la libertad individual y la democracia se irán cuestionando. China y Rusia por medio de sus adictos venderán en los medios y en las redes sociales a sus regímenes totalitarios como los más eficaces. Y Europa continuará perpleja mientras es desprestigiada. Realmente esta es una guerra por la libertad individual y la democracia, pero los verdaderos campos de batalla no están solo en Ucrania, sino en las elecciones democráticas que pueden aupar al gobierno a gentes que no creen en ella y luego la eliminan.
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