Se acabó el baile
Quien me conoce sabe bien que he sido una incondicional de San Mateo toda mi vida, con Gabino, con el tripartito y con quien gobierne, y sin ningún problema. Todo Oviedo a tomarse algo en sidrerías, el Pinón, el Rincón, la Guinda, el Real Oviedo o en el Bombé, de buen rollo y en tono festivo, sin mezclar churras con merinas.
Este San Mateo tenía que haber sido apoteósico, inolvidable. Volver a juntarse en casa, al fin sin miedo, y revivir nuestras fiestas como nunca.
El Bombé y su terraceo, las orquestas, los chiringos, los conciertos... cada día un planazo.
Pero no, había que anular la personalidad de nuestras fiestas populares el año que podíais haber hecho historia.
Los últimos treinta y pico años podías ir a los chiringuitos sociales, que hacían de San Mateo una fiesta diferente, le pese a quien le pese, llamando la atención y atrayendo a la gente de dentro y de fuera, y bailar y elegir qué música y elegir consumir y gastar (o no) y dónde. En resumen, una vez al año Oviedo se convertía en un gran baile de rock, de pop, de reggaetón, de son cubano y hasta de la salve rociera.
Esta vez, sin embargo, la fiesta es una terraza como cualquier otra, regentada por los que ya regentan mayormente el centro el resto del año, y que te sableen por una caña o un mojito, con lo que la gente ya no viene y los de siempre o no salimos, o salimos mucho menos.
¿Y los conciertos? A precios desorbitados en el contexto de las fiestas de la capital, además de no poner buses al terminar para que nos podamos ir (a casa). Cada ovetense que pueda pagar me temo hará como yo, elegirá uno o dos conciertos a lo sumo y se abstendrá de ir de cena a Gascona y demás con la pandilla como hacíamos otros años porque a 35 euros y las cañas a 5 a ver qué economía lo soporta. Porque no nos engañemos, los bocatas de calamares estaban genial, pero no para todas las fiestas, y por eso llenábamos los bares y así cada uno tenía su momento.
Me da igual vuestro color político y da igual el mío, os habéis pasado de frenada y ha sido por necios, que por definición es quien hace oídos sordos y se aferra a su idea aunque sea un error. El modelo tradicional no os gustaba, pero podíais haberlo mejorado constructivamente en vez de cargároslo. Si queríais ayudar a la hostelería a remontar, hacer que la gente pase de San Mateo no va a ser la solución.
Ahora se acabó el baile.
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