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De ZP I el de las mercedes a ZP II el reformista

25 de Octubre del 2010 - Ubaldo Gómez

Llevaba tiempo sin tropezarme con mi amigo. Aquel que me perseguía en mis asiduos paseos por la ciudad. Y aunque a veces me incomodaba su insistencia en pisar mi sombra de sol a sol, lo cierto es que lo echaba de menos. Lo necesitaba, porque es uno de esos amigos con los que se puede pensar en voz alta, y, cuando la voz calla atraída por el silencio, hacer lo propio en voz baja, logrando que sus silencios resulten cada vez más amenos y elocuentes.

Razón por la que en vez de esquivarlo, como de costumbre, salí decidido a cruzarme con él. Encontré y saludé a Woody. Le pregunté por sus gafas. Me dijo que un desalmado se las había roto y que el Alcalde, con eso de los recortes, no quería comprarle otras. Pasé al lado de «Culis monumentalibus» y de los asturcones de Cajastur en dirección de la plaza Porlier. Allí, ¡no me lo podía creer!, encontré a mi amigo con su maleta sentado sobre las de Williams. ¿Qué hac…? No, no digas nada. Me voy. Me voy porque España, «esta España nuestra», no hay quien la arregle. Y como no hay quien la arregle me voy antes de que se cumpla la profecía del ex presidente Aznar: «España se rompe». ¡Gilip… más que gilip… Sí, sí… gilip… Y me contó que había tenido un largo sueño, un sueño increíble, un sueño imposible, pero un sueño deseado sobre todas las cosas. Un sueño en el que escuchó a ZP I el de las mercedes (el de los cuatrocientos euros, el del cheque bebé, el de las aceras mejores del mundo, el de las mil y una dádivas a lo rey Midas) y también al ZP visionario de la precampaña electoral, campaña y poscampaña, de 2008, pregonar a los cuatro vientos: somos rigurosos, y porque somos rigurosos hemos previsto que la economía de este país tendrá una tasa de crecimiento medio del 3,5%, la creación de millón y medio de puestos de trabajo (y porque somos modestos, si no estaríamos hablando de dos millones), una tasa de desempleo en torno al 8%, y por ello vamos a tener cuatro años por delante, 2008-2012, para realizar una economía social de apoyo a los trabajadores, no de recortes, no de decretazos, de apoyo social, sí, de apoyo social… De repente, y como por arte de magia, en lo más sublime del discurso, y sin darme tiempo a filmar tan insólita imagen, deslumbrado y aterrado por rayos y truenos, pude contemplar la transfiguración de ZP I el de las mercedes en ZP II el reformista. ¡Oh, cielos! Antes de que pudiera reponerme y salir de mi asombro me eclipsó una nueva nube de idéntico aparato eléctrico en la que descendía el líder de la oposición con su «niña» en brazos.

Subtítulo: Un sueño utópico en el que el Presidente y Rajoy pactan verdaderas reformas

Destacado: Todo un milagro, ver a ZP y Mariano, Mariano y ZP, sentados a la mesa diseñando el modelo de Estado que España necesita

Destacado: Me saca de quicio tanto desgobierno, tanta inanición, tanta entronización de ignorancia, tanta falacia, tanta demagogia...

Después de un fuerte abrazo y un beso en doble mejilla al estilo de los compinches de la «Alianza de las Civilizaciones» se sentaron. Juntaron sus manos. Sellaron sus compromisos con gotas de sangre y, acto seguido, ambos a dos se pusieron a diseñar el nuevo modelo de Estado que necesita España, «esta España nuestra», para salir de la sima en la que se encuentra encadenada. Gracias, ¡oh, dioses del Olimpo!, exclamé. Gracias por permitirme disfrutar de tan bella imagen. Todo un milagro, ver a ZP y Mariano, Mariano y ZP, sentados a la mesa, diseñando el modelo de Estado más adecuado a la realidad de los tiempos en que vivimos. Así, y por orden de prioridades, decidieron hacer una reforma Laboral de verdad. No «un churro». Una reforma financiera en profundidad que beneficie a todos, y no sólo a los Botines, además de facilitar el crédito. Una sociedad sin crédito, matizan, es algo así como una sociedad estancada, estática, dormida, anquilosada y a la deriva. Una reforma fiscal que evite el fraude, para no tener que acudir a decretazos que recorten el sueldo de los funcionarios y congelen las pensiones de los jubilados, porque eso no es nada social, y tampoco está bien. Una reforma de las pensiones, para que los de hoy y los de mañana tengan asegurado sus panes y sus peces, a ser posible, sin congelar. Una reforma de la Educación que exija llegar a la cultura por el esfuerzo y no por el dulce no hacer nada. Una reforma de la Justicia, con mayúscula y no con minúscula, que proteja a todos los ciudadanos por igual y no sólo a los delincuentes. Una reforma de la Constitución que aclare y precise los contenidos semánticos de la palabra autonomía, porque sin ello es imposible hacer política de Estado, además de no poder evitar la tentación de dividir España, «esta España nuestra», en diecisiete nacioncitas adosadas con sus respectivos gobiernos, o del despilfarro de los dineros de los pacientes ciudadanos, temerosos de que les echen impuestos hasta por respirar. Una reforma que termine con eso que se ha dado en llamar derechos históricos, y también con el privilegio de los cupos. Una reforma de la ley electoral que valore por igual el voto de todos los ciudadanos, y no como la vigente, en la que los votos de los nacionalistas tienen, dependiendo de las circunstancias, un valor incalculable. Una ley que exija listas abiertas en todo proceso electoral, democracia interna en los partidos, la financiación de éstos y también la de los sindicatos, única y exclusivamente, con las cuotas de sus afiliados y, sobre todo, un concurso oposición que valore el mérito y capacidad de los políticos, condición que se pide a los funcionarios, a los que tanto se denigra, para ocupar una plaza a cualquier nivel: estatal, autonómico, municipal, etcétera…

De repente, desperté como tocado por un rayo, volviendo, desolado y empapado en un frío sudor, a la dura realidad. La realidad de los cinco millones de parados, la del 20% de los españoles por debajo del umbral de pobreza, la del tijeretazo al bienestar social, la de las mentiras de ZP, que miente hasta cuando se mira al espejo…, y la de… Todo había sido un sueño. Y me acordé de Calderón y de que los sueños, sueños son. Y de que en realidad España, «esta España nuestra», no hay quien la arregle. Razón por la que cogí la maleta dispuesto a irme desde aquí, desde «el regreso de Williams», en busca de una bocanada de aire fresco que alivie la asfixia de España, «esta España nuestra». ¡Por todos los santos! ¿No has podido tener un sueño menos utópico que no te sirva de excusa, para abandonar y tirar la toalla? Ya te veo venir. No. No me pidas que me quede. Me saca de quicio tanto desgobierno, tanta inanición, tanta entronización de ignorancia, tanta falacia, tanta demagogia… Y mi amigo, que no cree mucho en la intervención de la divina providencia, para solucionar los problemas de España, «esta España nuestra», y mucho menos en la de la clase política, para darme el golpe de gracia, me puso al día de la reciente remodelación del Gobierno de ZP con el «Rubalcabazo» y también del «Pepiñazo» de Pepiño a nuestra querida Asturias. Y, sin darme opción a comentario alguno, desapareció vociferando: ¿y tú quieres que me quedeeeeee?

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