De duelos, penas y frivolidades
Con motivo de la muerte de la reina de Gran Bretaña Isabel II y de la del escritor Javier Marías, la cadena SER, ha introducido un "ameno" debate sobre las reacciones que tenemos los seres humanos ante la muerte de una persona con la cual no has coincidido nunca, pero que ha tenido en tu vida una suerte de referencia (del tipo que sea), acompañamiento literario, seguimiento musical (en modalidad "fans"), ídolo deportivo... En el debate participaban, además de la periodista conductora (un referente del periodismo progresista) del programa más oído en las mañanas de la radio, un periodista y escritor afamado, un psicólogo experto en duelos y la participación de oyentes.
El quid de la cuestión era dilucidar si la muerte y pérdida de estos personajes que habían influido en nuestras vidas se podía equiparar a la de un familiar nuestro. Yo esperaba respuestas analíticas que dejaran sentado que no tiene nada que ver una pérdida con la otra y en el supuesto que alguien los viviera como equiparables, estaríamos en el terreno de la psicopatología. Nada de esto ocurrió, para mi sorpresa.
Quién puede discutir a estas alturas que Javier Marías era un novelista único, imprescindible, creador de un lenguaje narrativo extraordinario (aunque como articulista no hacía más que reflejar sus filias, fobias, berrinches, esnobismo "inglés" que tenía a gala cultivar). Los que hemos leído y disfrutado de sus novelas lo echaremos de menos, pero de ahí a sentirnos huérfanos, llorar su muerte con lágrimas de verdad porque ha sido una pérdida "difícil de superar" (en palabras de una oyente), hay mucho trecho. Ese sentimiento solo lo he tenido tras la muerte de mi madre.
O que uno de los tertulianos (periodista y escritor) amante del fútbol cumpliera su promesa de viajar a Argentina al entierro de su ídolo Maradona te deja sin palabras y, en mi caso, un sentimiento de decepción por el periodista/escritor a quien he seguido últimamente.
Más lamentable, si cabe, son las muestras de histeria que estos días hemos vivido en relación con la muerte de la multimillonaria reina, quien, entre otras virtudes, ha tenido a bien pagar 14 millones de libras para evitar el juicio de su hijo Andrés acusado de pederasta. Nada de esto se dijo en la tertulia, pero sí se pusieron en valor los "lacrimógenos sentimientos" desplegados "urbi-et-orbi" por miles de "fans" de la monarca. (Por cierto, al día siguiente de su muerte, me encontré con el siguiente titular en en este mismo periódico: "Asturianos en Londres, en shock", y yo me preguntaba: ¿qué reacción tendrían estos ciudadanos asturianos si de pronto un misil cayera en su "tierrina" o un desastre natural se llevara por delante vidas y bienes o si un familiar hubiese muerto...?).
En ningún momento de la tertulia se hizo referencia a la muerte de ningún científico o los miles de muertos inmigrantes que yacen en el Mediterráneo, convertida en fosa común, para vergüenza de Europa.
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