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Nuevo Gobierno: hacia la supervivencia

24 de Noviembre del 2010 - Antonio Checa Pérez

«Zapatero relega la gestión a un segundo plano y convierte en su principal objetivo la guerra contra la oposición». Hermann Tertsch. Periodista.

«En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia». Laurence J.Peter. «Principio de Peter».

El pasado día 20 de octubre, tras una «nueva ocurrencia» en este caso dominguera y, previa indeseada filtración a sus medios afines, Zapatero modifica/sustituye a los titulares de seis ministerios y anula otros dos, «remodelación» que justifica por la salida ya anunciada del ministro de Trabajo Corbacho, que «volvía a su país a hacer política (sic)», pero satisfecho de dejar el «mayor gasto social de la historia a ¡cinco millones de parados! (sic)».

Hace poco más de un año hizo otra remodelación (8 de abril de 2009), de la que escribí un artículo denominando aquel Gobierno como «gatopardista» o «lampedusiano», en recuerdo de la famosa frase expresada en el filme por el recordado Burt Lancaster interpretando al príncipe de Salieri: «Algo debe cambiar para que todo siga igual», escrita por Giusseppe Tomasi de Lampedusa.

Como gusta decir siempre a Zapatero, un Gobierno de «mayor peso político», pero que no lo parece según los analistas.

Situación

La falta de soluciones a la crisis económica-financiera-real, el desempleo que dobla el de la Unión Europea (20%, cinco millones de parados, incluidos los que se forman por su país, y subiendo), un PIB en torno al 0,5% incapaz de crear trabajo, el enorme déficit exterior, el endeudamiento incesante sobre el PIB y toda una serie de asimetrías e incumplimientos derivados de una política personalista, disparatada, errática, frentista, confederal-asociada y anacrónica que, hace bastante tiempo, califiqué de «castillo de naipes», hacen que Zapatero esté muy debilitado política y electoralmente, como coinciden todas las encuestas para próximas elecciones.

Y así, aprobados los Presupuestos para 2011 con minorías nacionalistas a un precio impagable y no del todo explicitado, y con la excusa de Corbacho, remodela un Gobierno que, según las encuestas, no convence a los españoles, ni a los analistas, ni a los partidos parlamentarios, ni a otras instituciones, ni a parte de sus bases.

Modificaciones

- Salen los ministros María Teresa Fernández de la Vega (vicepresidenta primera y Presidencia), Moratinos (Exteriores), Elena Espinosa (Medio Ambiente), Trinidad Jiménez (Sanidad), Bibiana Aído (Igualdad) y Beatriz Corredor (Vivienda), y son sustituidos, respectivamente, por: Alfredo Pérez Rubalcaba, Ramón Jáuregui, Trinidad Jiménez, Rosa Aguilar y Leire Pajín, y se distribuyen algunas competencias entre varios ministerios.

- Los ministerios de Vivienda e Igualdad son eliminados, a petición reiterada del Parlamento y totalmente innecesarios, aunque sus titulares son «acomodadas» como secretarias de Estado con igual función en Fomento y Sanidad, por lo que la disminución del gasto será mínima.

- En el área económica, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, mantiene sus competencias porque, total, para la poca importancia actual de la misma, mejor no hacer cambios.

- Rubalcaba pasa a vicepresidente primero y Portavoz, manteniendo Interior, y sustituye a María Teresa Fernández de la Vega, «exiliada» doradamente al Consejo de Estado, con visos de ser presidenta del mismo.

- Trinidad Jiménez es trasladada nada menos que a Exteriores, antaño doblemente fallida opositora al acceso a la Escuela Diplomática, y se/nos libera de Moratinos que, en seis años, fue un ministro de Cooperación con causas perdidas, civilizaciones, dictaduras y similares y gasto público irrefrenable, pero nunca un eficaz canciller.

- Permanece Blanco, que es el vicesecretario general del PSOE, en el Fomento de la no obra pública, «añadiéndole» Vivienda, y subsisten, sin méritos reconocidos, el vicepresidente tercero, Chaves, que acumula Función Pública; Sebastián, en Industria y coches eléctricos; Gabilondo, en Educación sin acuerdos; Garmendia, en Investigación disminuida; Caamaño, en Justicia para todos; Chacón, en Defensa... de Zapatero, y Ángeles González-Sinde, en Cultura de la actual.

- Introduce cuatro nuevas personas: el vasco Jáuregui en Presidencia, un desconocido Valeriano Gómez en Trabajo que dicen «puente» con los sindicatos, y la ex Izquierda Unida Rosa Aguilar, por aquello de «guiño» a la izquierda, en Medio Ambiente, Rural y Marino que, tres medios, hacen más de uno.

- Y también Leire Pajín, la más «discutida y discutible», es «premiada» con el macroministerio de Sanidad, al que se añade Política Social y, sobre todo, Igualdad, que, con la ayuda inestimable de Bibiana Aído, es a lo que se dedicará en exclusiva aunque, eso sí, la «elimina» del PSOE para que no perturbe más, y la sustituye en la importante secretaría de organización por el «barón» de Aragón Marcelino Iglesias.

Opinión y mensajes

Si hay algún buen ministro como Jáuregui, Gabilondo, Aguilar o Garmendia, pero en un Gobierno presidido por la demostrada ineficacia de Zapatero y su bajo perfil, poco pueden hacer.

Sintetizo los mensajes que Zapatero intenta enviar:

- Respecto a Rubalcaba, el superviviente felipista y «Fouché» del Gobierno, al que yo no considero tan listo como algunos piensan, fue portavoz del último Gobierno felipista (el de los GAL) y otros sucesos pasados y actuales, y existe gran malestar con él en las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, Policía y Guardia Civil.

El mensaje es nítido, pues controlará aún más en Interior y otros departamentos, será el portavoz del Gobierno y puede servir de enlace con el mundo aberzale, aunque también puede quemarse con tantas responsabilidades, que tal vez es lo que pretenda Zapatero.

- Ramón Jáuregui sí me parece una buena designación, serio, sensato, experimentado y capaz, pero veremos lo que resiste: el mensaje es su buena imagen y comunicación, así como su relación y conocimiento del País Vasco y su mundo violento.

- Respecto a Trinidad Jiménez y Leire Pajín, el mensaje es en clave interna de que la fidelidad y obediencia total se bonifican, aunque los ministerios les vienen muy grandes, y en clave externa y electoral pueden ser muy negativos por los rechazos que ya, sobre todo la segunda, provocan.

- Mantener a Elena Salgado en el área económica por su «docilidad» para él y «dureza» hacia los demás pretende emitir un mensaje de tranquilidad pero, a mi juicio, es el más disparatado e irreflexivo: Zapatero sigue creyendo ilusamente que la economía se arregla sola, con la famosa ¡«mano invisible» de Adam Smith!

- El nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, asistió a la manifestación de la huelga del 29-O en «solidaridad» con los sindicatos, según él, y «ahora» dice estar de acuerdo con la reforma laboral: es una incógnita y una apuesta «puente» con el sindicalismo, pero para ello mejor habría nombrado al «díscolo» Antonio Gutiérrez, el ex de CC OO, con muy buena imagen y conocimientos, o como dicen por ahí «en broma», supongo, a Méndez o a Toxo, que ya los conoce bien y eran ministros «sin cartera».

- Respecto a Rosa Aguilar, ex de IU, y su metamorfosis al grito de ¡soy independiente! es un claro «guiño», que no giro, a la izquierda, que hay que recuperar mucho voto por ahí; pero esta vez parece que no funcionará lo del voto «útil» y, con independencia de la solvencia de Rosa, pocos votos ganará.

- Y tal vez hay un último mensaje, una «concesión» solapada al felipismo, a la vieja guardia que tiene muy contento a González; pero que conociendo a Zapatero creo que es una visión errónea.

Conclusiones

No es, pues, un Gobierno de gestión, sino de tipo electoral-político para mantener la supervivencia año y medio y actuar contra todo lo que incomode, sobre todo la oposición, sin olvidar otras instituciones.

Claro que, como diría Sarkozy, «Zapatero no es muy inteligente, pero gana elecciones», lo cual tiene varias lecturas, una de las cuales podría responder al principio de Peter: «En una jerarquía todo empleado (político) tiende a ascender hasta su nivel máximo de incompetencia».

Zapatero nunca busca a los mejores, y sólo por razones personales y electoralistas, pero no de Estado, mal analizadas, razonadas y calculadas, se realizan unas «modificaciones» al estilo político «gatopardista o lampedusiano» de Zapatero para su «supervivencia», mientras se pueda, ya que los problemas de la economía (de la que nada entiende, ni le agrada, ni le interesa) se los resolverá su nuevo «faro» Obama; otros, los nacionalistas radicales; algunos, los errores de la oposición, y el resto, su «buena suerte» y antropológico optimismo.

Sugiero mi artículo sobre «Política de partido, política regional, política de Estado».

Todo ello con un gran despliegue mediático, «comme il faut», en el que se felicitan, abrazan y fotografían entre ellos, durante semanas que parecen años, pero sin ninguna nueva propuesta.

Cuando Zapatero destituyó a Caldera en Trabajo le dijo que lo hacía porque «su política de emigración le restó muchos votos», a lo que éste respondió que «sería la suya», y Zapatero contrarreplicó: «Bueno, es igual».

Antonio Checa Pérez, ingeniero de minas y economista, ex consejero de Economía y Hacienda del Principado.

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