Gijón de perros

16 de Septiembre del 2022 - Rocío Blanco Díaz (Gijón)

Acostumbrados a eslóganes ambiguos, imagino que cada lector interpretará este título según su sensibilidad.

Habrá gente que se emocione, afianzando su convencimiento de que Gijón apuesta por los perros y hace lo que sea necesario para que estos animales se sientan libres en una ciudad "pet friendly". ¿Acaso el perro no es el mejor amigo del humano? El Ayuntamiento pone a disposición del perro más de 40 espacios en zonas verdes y dos playas.

Los gijoneses podemos presumir de ser una de las ciudades españolas con más lugares verdes para que estos animales corran, jueguen y se bañen.

Rozamos el podio en cuanto a número de canes, posicionándonos en un merecidísimo quinto puesto a nivel nacional (seguro que pronto alcanzamos el primer puesto, ¡podemos!): somos aproximadamente 270.000 habitantes y tenemos más de 37.000 perros.

Gijón responde y alienta este crecimiento exponencial argumentando que estas mascotas son beneficiosas para la salud física y mental de sus dueños. Muchos veterinarios lo corroboran...

Pero también habrá gente que, como yo, lejos de disfrutar de estos animales, los sufra.

Los sufrimos en la playa, en las calles, en las cafeterías, en los bancos, en las tiendas, en los supermercados, en los grandes almacenes, en los edificios públicos y en los parques no habilitados para perros.

Así que cuando leo en la página del Ayuntamiento de Gijón que "la playa de San Lorenzo es uno de los grandes atractivos de nuestra ciudad, no solo desde el punto de vista turístico sino también para los vecinos y vecinas de Gijón, que a diario hacen uso de ella en cualquier época del año. El hecho de ser uno de los arenales urbanos de nuestra villa facilita que San Lorenzo sea, desde hace ya años y fuera de la temporada estival, lugar de encuentro de bañistas, paseantes, deportistas, de los juegos de niños y niñas y también de esparcimiento de personas que pasean con sus perros (entre las escaleras 2 y 8). Todo ello ha permitido que la playa se haya erigido como una de las joyas de la ciudad que, por tanto, usuarios y usuarias deben preservar, garantizando la buena convivencia entre todas y todos", me da la risa.

La convivencia en la playa es mínima, por no decir nula. Vivo cerca de las escaleras habilitadas para perros (la zona de la playa más urbana y recogida) y no veo que haya gente sin acompañante perruno. No hay paseantes mayores ni jóvenes, no hay niños, no hay deportistas, no hay bañistas. Con tantos perros de todos los tamaños, carácter y energía, ¿quién se atreve a llevar a niños pequeños?, ¿pueden los ancianos pasear relajadamente?, ¿hay algún corredor por esa zona?

El cambio climático está modificando las estaciones de manera que el cierre de la playa de octubre a mayo es absolutamente exagerado. Ya lo era antes, ahora con más razón.

Como decía, cada vez hay más perros, así que cada vez es más normal encontrarlos en lugares habilitados para humanos. ¡Qué locura! Los perros son animales y como tales no se limpian el culo después de hacer caca, no usan zapatos para salir a la calle, sueltan pelo... Y todo eso se queda en la ropa que rozan al pasear por las tiendas, en los bancos y sillas en los que se sientan...

Parece increíble que haya que explicarlo. Dos casos: Yo me siento en una cafetería en la que previamente se ha sentado un perro y por tanto ha apoyado su culo contra el asiento. Un niño pequeño toca con sus manos, que luego se llevará a la boca, un banco en el que previamente ha estado un perro.

Respecto a la suciedad de la ciudad, basta con darse un paseo por cualquier barrio de Gijón para ver que las calles y las fachadas de los edificios están infestadas de meadas de perro. Esto no solo da mal olor sino que deteriora el estado de los inmuebles. Por no decir que todas esas meadas que se quedan sin limpiar (que son la inmensísima mayoría) o que se encuentran en mitad de la calle nos las llevamos todos para casa. Es absolutamente inaceptable y va en contra de todas las medidas de higiene.

De sabios es rectificar, pero como creo que no se va hacer, ruego al Ayuntamiento que ponga más medios para que se cumplan las generosísimas normas que fomentan la posesión de perros en nuestra ciudad. La Policía debe estar alerta para no dejar que ningún individuo permita que su perro:

1. Se siente en lugares concebidos para humanos.

2. Haga sus necesidades (pis o caca) sin que se limpie perfectamente la zona a continuación.

3. Respete los límites de la playa y espacios habilitados para ellos.

Se está consiguiendo polarizar a nuestra sociedad. Los que no toleramos este tipo de comportamiento no nos atrevemos a enfrentarnos a los que sí lo permiten. Sé de lo que hablo: en más de una ocasión me he llevado sustos y faltas de respeto por llamar la atención a un dueño de un perro que se había saltado los límites de la playa, que no había limpiado meadas o que había sentado en un banco a su perro.

¿Acaso está permitido tirar un papel al suelo?, ¿y escupir?, ¿hacer pis en la calle? Para unas cosas sí parece que seamos iguales (perros y humanos) pero para otras no.

Por otro lado, y en defensa de los canes, sobra decir que este no es un ataque al perro. Lo que manifiesto con esta carta es mi (y de muchos otros) total rechazo a cómo se gestiona este tema en nuestra ciudad, lugar en el que se fomenta la posesión de ellos como alternativa, en muchas ocasiones, a hijos o a apoyo emocional. Se me ocurren muchas ideas para fomentar la natalidad y aliviar el sufrimiento mental. Me da la sensación de que, en ocasiones, el perro hace la labor de distracción que desempeña el fútbol. Pero este es un charco en el que no me quiero meter ahora.

Tampoco entro a valorar si al perro le gusta que le humanicen, pero tengo la impresión de que no le hace ninguna gracia vivir en un piso pequeño, pasear en carrito, ir vestido, acudir a la peluquería, sentarse en las cafeterías a hacer sobremesa o ir de compras.

Van a empezar a tener brotes psicóticos por problemas de identidad.

No podemos tener todo lo que queramos. De la misma manera que yo no puedo tener una oveja en casa para que me dé apoyo emocional, me consuele o me haga compañía, tampoco debería tener un perro grande en un piso pequeño.

Otro tema a debatir es el inmensísimo negocio en el que está convirtiendo el mundo mascota. Mis abuelos siempre tuvieron perro (porque vivían en una casa con jardín y en un pueblo, si no, de ninguna manera hubieran tenido). A los perros siempre se les trató bien, sin perder de vista que eran animales.

Ahora se les viste, se les compran juguetes, tienen sección importante en las farmacias (incluso hay escaparates que ocupan toda la vitrina para publicitar sus productos más novedosos), van a la peluquería, tienen menús en los restaurantes y, como sigamos así, se presentan a las elecciones.

Ayuntamiento de Gijón, se te está yendo de las manos.

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