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Suecia como metáfora o las barbas de tu vecino

17 de Septiembre del 2022 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Decir Olof Palme es decir socialdemocracia. Decir Olof Palme es decir Estado de bienestar. Decir Olof Palme es decir compromiso de lucha antifascista. Decir Olof Palme es decir solidaridad con los refugiados, pero... su figura también hay que entenderla formando parte de un tiempo, de una época, de unos años que nada tienen que ver los actuales. Hoy, con ese perfil, el primer ministro sueco sería calificado por Trump como terrorista y no pasaría nada porque nadie movería un dedo.

Con él se fue otro mundo, otra sociedad, otros valores. Ya nada volvería a ser igual porque estaba naciendo otro sistema, otra sociedad cuyos valores se configuran en torno al neoliberalismo fundado por el tándem Reagan/Thatcher que se expandió como la pólvora por el mundo, propiciando el nacimiento o resurgimiento de las extremas derechas en el planeta. La Suecia actual no ha podido mantener el legado de Olof Palme y, al igual que sus vecinos y el resto de Europa, sufre del virus incontrolable que expande el veneno de la intolerancia. El cordón sanitario no ha resistido, a pesar de la Historia. Ya nadie podrá quitarle a la socialdemocracia sueca el haber sido el partido más votado desde 1917.

Palme nació en el seno de una familia aristocrática, educado en los mejores colegios suecos, atesoraba una gran cultura, enriquecida por su facilidad con los idiomas (hablaba inglés, francés, alemán, español, ruso y dialectos escandinavos). "Nací en la clase alta, pero pertenezco al movimiento obrero. He llegado hasta aquí trabajando para las clases trabajadoras en pro de la libertad, la justicia y la igualdad". Así lo recordamos los que nacimos a la política en el tardo-franquismo. Así lo recordamos (con nostalgia política) en la esfera internacional donde se convirtió en una autoridad moral y nunca se calló. Odiaba el Apartheid de Sudáfrica. Denunció y combatió las dictaduras de Franco y Pinochet en todos los foros en los que tenía voz. No era difícil verlo por las calles de Estocolmo recaudando dinero para luchar contra el fascismo español. Se opuso a la guerra de Vietnam, a la ocupación soviética de Checoslovaquia... Estaba allí donde la injusticia, la intolerancia, los sátrapas no dejaban respirar. Lo odiaban desde el mundo soviético hasta los neoliberales de Occidente. Era peligroso porque había podido convencer a los suecos de que es posible construir una sociedad solidaria sin perder la libertad.

Hoy en Suecia se preguntan: ¿qué ha fallado? Difícil respuesta, aunque no es menos cierto que los ciudadanos/as debaten estos días sobre los fallos en el modelo de integración con los refugiados que, para una parte de la población, es el causante de la ola de violencia desconocida, hasta hoy, en la apacible Suecia.

Como muy acertadamente señala el periodista Carlos Torralba, "Suecia se adentra en un terreno desconocido. El país que durante décadas fue vanguardia del Estado de Bienestar, y donde las libertades individuales y los derechos de las minorías eran defendidos por todo el arco parlamentario, comienza una nueva etapa con la presencia de la extrema derecha". Al igual que en España, Italia, Francia, Alemania... la extrema derecha sueca (DS) ha conseguido votos entre las clases trabajadoras... Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar

En efecto, desde hace algunos años ya en el resto de Europa las barbas se están poniendo en remojo (en Italia están ya en la centrifugadora). En España, tras la formación de Gobierno PP/Vox en Castilla y León, nadie duda de la próxima formación de Gobierno con Vox en España, en caso de que los dos partidos consigan un diputado más que el resto de formaciones progresistas, al igual que ha ocurrido en Suecia.

Los neofascistas suecos entraron por primera vez en el Parlamento en 2010 (en España en 2019), pero quedaron condenados al ostracismo en virtud del "cordón sanitario" que todas las fuerzas democráticas decidieron aplicar. En 2019, con el auge de los ultras (17%), el líder de la derecha moderada, Kristersson, empezó a cortar el cordón sanitario (como el PP en España) declarando por primera vez que DS es una "fuerza política seria, con ideas constructivas". ¿Nos suena?

Durante la última campaña electoral, un miembro destacado de DS envió una invitación a treinta compañeros suyos para conmemorar el 83.º aniversario de la invasión de Hitler a su vecina Polonia. Por entonces en Europa ya era demasiado tarde... no había barbas que remojar.

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