Se agota el tiempo entre incertidumbres
Con la pleamar en su apogeo, deseando que llegue por fin la bajamar y todo vuelva a la normalidad, las noticias contradictorias sobre la marcha de la guerra en Ucrania se suceden ininterrumpidamente.
Esta vez toca, de una parte, la "exitosa" ofensiva de los ucranianos por la que se recupera parte de Járkov, y la presunta retirada del ejército ruso.
De otra, lo afirmado por el analista militar Konstantin Sivkov: "La mayoría de las formaciones de las Fuerzas Armadas de Ucrania listas para el combate están ahora en tierra (...), logramos atraerlas a campo abierto y ahora las estamos destruyendo sistemáticamente".
Al tiempo, la mitad de Ucrania se queda repentinamente sin electricidad ni agua, y los trenes detenidos.
Todo el mundo asume que si Moscú, en cualquier momento, decidiera (¿o ha decidido ya?) eliminar todas las subestaciones principales de Ucrania a la vez, tan solo necesitaría algunos misiles para destrozar por completo su red eléctrica.
Con la llegada inmediata del general "winter" (invierno), poco nos cuesta imaginar, en primer lugar, a los ciudadanos ucranianos sin calefacción, el agua congelada, cortes de energía y conectividad; en segundo lugar, a los ciudadanos de la UE, con problemas de guerra en tiempos de paz, recibiendo otro éxodo de diez o quince millones de refugiados para alimentar y albergar.
Si amenazante suena lo dicho por el ruso Marat Bashirov ante esta situación: "Ucrania se está sumergiendo en el siglo XIX. Si no hay sistema energético, no habrá ejército ucraniano", qué decir de las apocalípticas (nunca mejor dicho) palabras del expresidente ruso Medvedev: "Y entonces las naciones occidentales no podrán sentarse en sus hogares limpios, riéndose de cómo debilitan cuidadosamente a Rusia por poder. Todo arderá a su alrededor. Su pueblo cosechará su dolor por completo. La tierra arderá y el cemento se derretirá".
Putin, que hasta ahora había priorizado la protección de los ciudadanos rusoparlantes en los territorios ocupados, por lo tanto, la "desmilitarización" y la "desnazificación" que había anunciado, remata con la frase más definitiva, intrigante y lapidaria: "Ni siquiera hemos comenzado nada todavía".
Congelarse y morir de hambre en la oscuridad, mientras también se dirigen hacia la bancarrota, no es algo que la ciudadanía vaya a soportar si hay una alternativa. Y Putin ha ofrecido esa alternativa: cancelar las sanciones y encenderá Nord Stream 2.
Seamos prácticos, defendamos nuestras vidas y optemos por evitar el caos que solo nos afecta a nosotros, la gente corriente, porque tal y como van las cosas para unos y para otros, solo Dios, Putin y el Estado Mayor ruso saben lo que va a pasar, y todos, el Estado Mayor, Putin y Dios, guardan silencio.
Saludos cordiales.
Rufo Costales
Oviedo
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