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Joe nos muestra que la historia siempre repite los errores

18 de Septiembre del 2022 - Charo Vázquez (Oviedo)

Esta nueva carta es un poco más reveladora que todas las anteriores. Describe con meridiana claridad y nos recuerda que nunca deberíamos repetir la historia tal cual él mismo la vivió, siempre entre la pobreza extrema, la suciedad, el razonamiento inútil, la tristeza y el desamparo más profundo vivido en la soledad del que no tiene nada más que su alma y quizás también un poco de Dios en su corazón.

Su carta me llegó ayer por la tarde, me la trasladó su abogado, amigo y albacea, como siempre por correo certificado y acuse de recibo para que me llegue solo a mí y nadie la pueda interceptar. En esta ocasión escribe con una tristeza mucho más evidente que en lo relatado en sus anteriores epístolas.

Dice que, tras perder a Wendy, su mujer, la vida le pesaba cada día un poco más; su gran apoyo en el tiempo que vivió en ese campo de concentración y aislamiento fue su amigo Olaf, que ejercía su profesión de psicólogo con él y con todos los internos que reclamaron sus servicios, siempre gratis. He de poner en claro que Olaf era un interno más en ese lugar, en la frontera de Ohio y Pennsylvania, estaban cerca del lago Eyre, al que un par de veces al mes eran llevados para nadar un poco y asearse en ese agua gélida. En estos momentos Wendy ya habría fallecido, eso es lo que yo interpreto al leer sus cartas. Quizá cuando todas me hayan llegado me será más fácil ponerlas en orden cronológico. Cada vez que tengo una carta nueva, intento pensar en las fechas que aparecen para poder publicarlas todas en el orden temporal en el que Joe las había redactado.

Vivía en un estado de aislamiento tan duro que, si no hubiera tenido a su amigo Olaf cerca, habría fallecido en soledad allí dentro. Cuenta que terminó en ese tétrico lugar alejado de la mano de Dios por haberse manifestado ante las injusticias cometidas por los gobernantes de su país. En las líneas que siguen intentaré resumir de qué injusticias hablaba y de que los castigos eran impuestos de manera indiscriminada. Dice que una vez le pegaron una gran paliza por no haberse levantado a la hora -ese día tenía una fiebre tan, tan alta que le provocaba convulsiones.

Antes de ingresar en "El fuerte-correccional Madison", se llamaba así por estar ubicado en la ciudad del mismo nombre en el Estado de Ohio, 44057, lo tuvieron en cuarentena, pasando muchas penurias, durmiendo en un suelo de cemento, rodeado de ratas y detritus. Era la forma que tenían los "guardianes de la verdad" de castigar, impunemente, sí, a los que no mostraban arrepentimiento alguno, porque no tenían nada de lo que arrepentirse.

Joe había entrado preso tras una de esas manifestaciones contra los políticos de la época, y cuando la justicia internacional lo liberó, tras denunciar durante años y años su caso, llegó la prensa a entrevistarlo y él pasó de largo y les escupió en la ropa que llevaban. La prensa, pagada por el poder político, había creado un icono contra lo injusto, por eso él no quiso entrar en ese juego sucio, ya que en esos largos años que malgastó en prisión nunca jamás nadie le había solicitado entrevista alguna para saber de él y ayudare en su juicio. Eso es lo que la cobardía crea en algunos, ciudadanos de segunda clase, que les lamen los zapatos a los poderosos, siempre para limpiarse el espíritu y no tener problemas con su conciencia ni con el poder.

En la carta que acabo de recibir a través de su albacea, Joe medita sobre algo que está ocurriendo ahora en el "mundo educado y justo", Europa. Habla de cortes de luz por horas, del frío nocturno por no tener carbón para la chimenea que tenían en los barracones. Viene a mi mente lo que ya está pasando en el "mundo educado y justo", y es duro pensar que a partir del día 24 de septiembre va a tener lugar aquí. Joe, en una carta antigua, de las primeras, lo redactaba así, "no creo que nos lleguen a cortar la luz por horas ni nos dejen sin el carbón para calentar las estancias de este tétrico lugar en medio de la nada y hacinados como animales de granja".

En la misiva que me llegó ayer, también hablaba de la premura con la que actuaban los soldados a cargo de los presos, atesorando más y más víveres cada día. Joe pensaba que esas cantidades de comida, mantas y otros enseres, no eran normales. Así que pensó en una posible rendición de los soldados que los controlaban con rifles en las manos, tras un posible "estado de sitio" para liberar a todos los presos.

Aquí se termina esta carta de la semana con las aventuras, bien tristes, la verdad, de Joe. Me falta una esquina de esta misiva, en cuanto la tenga les transcribo lo que dice ese trozo. Creo que lo sé, pero prefiero escribir aquello que Joe cuenta, tal cual él lo reflejó en sus epístolas.

Esta semana me despido con una canción de las estelares de Abba, "Dancing Queen", con un guiño para tres personas en concreto, ¡va por vosotras!

Les deseo una semana llena de paz y bien, por favor, pórtense bien y pásenlo muy, muy bien, porque ya es San Mateo. ¡Hala, con Dios!

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