Pintaban bastos
Recordatorio de recordatorios. Quienes comparten vuestro placer, pero no comparten vuestro dolor, perderán la llave de una de las siete puertas del Paraíso.
Ayer al caer la tarde (19.34 horas exactamente) tiramos de una mínima parte del archivo de nuestro periódico. Verbigracia: «Un matrimonio y su hija perecieron ahogados en un pantano en Teruel; una niña de 2 años murió en ciudad Real al caer un coche (en el quedó sola unos instantes), tras deslizarse, hacia un embalse; un hombre de 71 años falleció cuando se baña a la orilla del mar en Cartagena; otro anciano se ahogó en la piscina en una urbanización privada en el municipio madrileño de Majadahonda»...
Donde ya es un desastre las víctimas mortales por accidentes del tráfico rodado, ahí están, asimismo, las registradas en las playas, pantanos, piscinas. Horrible, horrible. La ida a su estrella en circunstancias naturales de los mayores no hay más remedio que aceptarla. Mas la muerte de los renacuajillos, esos recuerdos permanecen imborrables en los hondones del espíritu, del alma.
Amables lectores, ya, ya sabemos que la presente «Tacita» podría estar impregnada de algo agradable/positivo. Ella, sin embargo, siempre teclea al dictado del corazón. En cuanto a los asesinos de sus parejas, esposas, qué decir que no dijéramos ya aquí en anteriores ocasiones...
Despedida y cierre. Ayer, y lo sentimos, pintaban bastos...
Érase una vez.
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