Oviejo, la nostalgia y los subpájaros
Mi amiga Ana siempre me llama subpájariano cuando estoy de vuelta. Me hace recordar que yo también solía decirlo cuando vivía casi en el mismito centro y le tenía totalmente cogido el pulso a la ciudad. Me traslada inmediatamente a esa época en la que tiraba foto callejera por Uría, bajaba en bici a la biblioteca del Fontán y lo que más pedíamos eran tochas en el Campa. La palabra siempre me pareció divertida, sub pájaros, sub aves suaves, los otros, los que no son de aquí, seres que se van y seres que se han ido, gente bronceada, abandonadores profesionales, olvidadizos, humanos que llaman cada vez menos.
En aquella época se utilizaba como artefacto arrojadizo, adjetivar jocosamente a un individuo como subpajariano era una manera de no resignarnos y de quedarnos con "lo nuestro", con lo pequeñito. En cada pueblo creen que son mejores que los de al lado, nos separamos del culo moyáu y del cazurro, a cada bobada más lejos y más echar de menos a los que moran allende los Picos. Ahora digo, "Ana, ¡que por ahí se cuela el fascismo!", y reímos en asturiano.
A veces me envalentono y fantaseo con trabajar full remote y con volver flotando a ser un sobrepajariano... Velocísima berlinetta recorriendo la meseta con el control de crucero a ciento veintiuno, escuchando al once la canción de un cassette que reza "Yo no soy y ni vi'a ser tu bizcochito..." adquirido en el mesón-restaurante-gasolinera de Villamañán. Y sí, finalmente hacer check-in cual artista de rock y ya solo volver a salir de la nube asturiana en submarino o en avión.
Y es que cuando regreso también recuerdo que qué carajo, que allí se vive bien, que es una ciudad bonita y amable, que el precio de la vivienda no está hiper disparatado y que siempre puedes pasear tranquilo y sentirte seguro. Es un buen lugar para vivir si obvias la escasa oferta cultural, que tus amigos están casi todos fuera, que a los empresarios no les acaba de convencer ni el siglo XXI ni el full remote y que como miles otros, salvo que lo crees tú, no vas a encontrar trabajo de lo tuyo en Oviedo en tu subpajariana vida. Para negocio con futuro el de Aucalsa y no Teams.
Creo que muchos de los que vivimos fuera pensamos que la vuelta es una utopía y por eso nos gusta volver en fechas señaladas como San Mateo para reencontrarnos y desbloquear recuerdos, pasear por las mismas calles, comer bocadillos de calamares del Club Ciclista Colloto y divertirnos. Es pura nostalgia de sub pajarillo.
Ya luzco canas en la barba y sé que las fiestas ahora son de otros, de chavalas y chavales que solo quieren pasárselo bien y disfrutar de unas fiestas donde hasta hace poco se reunía toda Asturias.
Y eso es lo que no ha entendido Mr. Canteli, que las fiestas no son suyas ni de sus amiguetes. Este probe señorón obtuso y cortijero disocia pertenecer a una especie de nobleza de rancio abolengo y considera que lo municipal debe servir a sus intereses de aristócrata de palo. Ya sea el espacio público, los funcionarios o las fiestas.
Oviedo es una ciudad menguante porque, entre otras cosas, lo único que ofrece su alcalde a la juventud son terrazas, conciertos de pago, horarios de cierre e inauguraciones de macro chinos. Un señor tan sumamente incapacitado para el puesto que reorganiza un modelo consolidado en pro del consumismo y acaba consiguiendo que se consuma mucho menos. Los ecosocialistas celebran en el obelisco.
Organizar unas fiestas es la tarea donde más se puede lucir un alcalde y este, en cambio, ha decidido ponerse en contra de los ovetenses.
Señor Canteli, Oviedo ya es una ciudad envejecida, su primera obligación como alcalde debería ser que la ciudad resulte atractiva a la juventud.
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