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José Aurelio Martínez, buen psiquiatra y mejor persona

29 de Octubre del 2010 - Manuel Bousoño García

Se nos ha ido un excelente psiquiatra y mejor persona, José Aurelio Martínez López, jefe de servicio del IV Sector del Antiguo Hospital Psiquiátrico Regional; ha sido siempre noble y amable. Ha conservado hasta el final de su penosa enfermedad, el aprecio, afecto y amor de quienes hemos tenido el privilegio de conocerle a fondo o compartir con él algún período de nuestras vidas.

Antetítulo: In memóriam

Subtítulo: Fue el fundador de la Sociedad Asturiana de Pisquiatría

Destacado: Era en los pacientes de donde sacaba la fuerza para seguir viviendo y la razón para su entrega a todos y cada uno de ellos

Es imposible intentar recordar a Aurelio sin esa media sonrisa enmarcada por una perilla juguetona, la mirada aguda, cómplice y provocadora, la socarronería asturiana y la jugosidad de su lenguaje, con marcado acento asturiano, impregnado del carácter risueño con que siempre se adornaba. Aurelio caminaba deprisa, con paso pequeño e inquieto, y conducía despacio.

Aurelio hablaba poco y escribía mucho, entre otras cosas varias novelas que nunca han visto la luz, ni pasado por la imprenta, y que nos dejaba a algunos amigos para nuestra delicia. Lector asiduo e infatigable, era al tiempo meticuloso y agudo observador, llevando consigo siempre pequeñas libretas donde anotaba numerosas cosas, anécdotas y situaciones que luego eran fruto de un profundo análisis psicológico. Me congratula saber que su hijo Aurelio, que estudió Psicología y con quien he tenido también el placer de trabajar, ha heredado la sabiduría, perspicacia e intuición de su padre, que de esta forma no se pierden del todo para bien de la Salud Mental Asturiana. Yo, como muchos otros psiquiatras, me formé en su Servicio (de aquélla los residentes de Psiquiatría nos peleábamos por hacer la especialidad con él). No sólo se esmeraba en explicarnos con detalle los áridos libros de psiquiatría de la época, sino que organizaba sesiones de formación cuando aún no era éste el método habitual, que comenzó a implantarse en el Hospital ya mediado mi período como residente. Nunca le oí un no como respuesta a los múltiples requerimientos que le hacíamos ni los residentes, ni el personal auxiliar, ni su amiga y jefa de sección, la doctora Isabel González Izquierdo, ni sobre todo los pacientes a quienes atendía y escuchaba con generosidad, empatía, dedicación y esfuerzo. El currículo de Aurelio es largo y frondoso. Se implicó en numerosas actividades propias de la especialidad. Fue el primer presidente y fundador de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, presidente de la Asociación Provincial Antidroga de Asturias (APADA), miembro nato de su directiva y, posteriormente, del consejo asesor de la misma. Ha sido profesor colaborador del área de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, docente del Comité para la Prevención y Tratamiento de la Depresión (PTD), miembro de la junta facultativa del Hospital Psiquiátrico, miembro de comités organizadores de varios congresos, fue colaborador del plan piloto para la Reforma Psiquiátrica y del Libro sobre Tratamiento de las Toxicomanías, participó en el Centro de Rehabilitación de Alcohólicos (CRA), organizó la asistencia extrahospitalaria del IV Sector con actividad asistencial pionera en Mieres y en Cangas del Narcea (adonde llegábamos mareados tras dos horas de conducir su Citroën por las carreteras de entonces), todo ello entre otras muchas actividades profesionales, que han llenado de contenido su fructífera vida. Porque si por algo merece nuestro recuerdo Aurelio es sobre todo por su dedicación a los pacientes. «Los pacientes son lo primero», nos decía. Eso tan sólo hubiera bastado para su recuerdo.

Era en los pacientes de donde Aurelio sacaba la fuerza para seguir viviendo y la razón para su entrega a todos y cada uno, de los que sufren por una enfermedad psiquiátrica y por la marginación que aún hoy en día establece una sociedad cada vez más injusta, egoísta e insolidaria. Es por su dedicación a los pacientes por lo que Aurelio gozará seguro ya por siempre de una merecida jubilación en el cielo, ya que no pudo casi disfrutarla en esta Asturias de verdes jugosos de la que tanto se enorgullecía.

Manuel Bousoño García, en nombre de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría

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