¿Tenemos un cacique en Asturias?
Leyendo sobre la figura del cacique, en un libro de antropología, las descripciones de los atropellos a los que sometía al pueblo lleno, por su arbitrariedad en la aplicación de la ley, involuntariamente me ha venido a la cabeza su figura, planteándome esta pregunta. Señor Álvarez Areces, hay algo mucho peor que no cumplir una ley y es cumplirla de forma selectiva, para unos sí y para otros no; además de constituir una práctica caciquil, altera la convivencia y rompe la paz social y laboral, de la que tanto presumen ustedes los políticos. Así, el Principado de Asturias incumple, desde el 23 de noviembre de 2007, y únicamente para un reducido número de trabajadores, la disposición transitoria segunda de la ley 44/03, de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, aprovechándose de la circunstancia de que los funcionarios sanitarios nos hemos quedado sin representación sindical, al no alcanzar el número suficiente para ello, y que en la mesa sectorial de sanidad no se sienta ni un solo funcionario. Cualquiera se preguntará qué hacen los sindicatos a este respecto: nada, nuestros votos pesan muy poco y no van a restar tiempo a sus negociaciones sobre el precio de la guardia o la implantación del horario de tarde en los centros de salud porque tengan a unos «compañeros» trabajando con las mismas obligaciones, pero sin los mismos derechos: para ellos no existimos. Permítame recordarle, señor Álvarez Areces, que otros gobiernos, como el de la Comunidad de Madrid o el de Castilla y León, han cumplido escrupulosamente la citada disposición transitoria segunda de la ley 44/03, aplicándola a todos sus trabajadores sanitarios, ya fueran estatutarios o funcionarios, como es mi caso. Recientemente, la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha cumplido 60 años; entiendo que es buena ocasión para que usted se la lea, y especialmente su artículo 23. Quizá si su Gobierno la aplicase no se parecería tanto a un cacicazgo.
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