A Sabino Coppen
Querido amigo:
Nos abandonaste después de sufrir al maldito alemán (que me perdonen nuestros amigos alemanes, me refiero al alzheimer).
Estaba haciendo la mili, y corría el año 1975, cuando te conocí en el Bar Sport, donde detrás de la barra reinaba Cesu Sport, a quien el nefrólogo Dr. Belvis se refería diciendo que nos hablaba para el subconsciente. Ahí empezó una historia de amistad y de música.
Tu pasabas por allí, en aquellas noches, con tus amigos Paulino y Arturo (tenor, barítono y bajo), cantando cosas tan importantes como aquélla «ñada» (duérmete fíu del alma que vela’l tuo sueñu....), y digo tan importantes porque en ese momento (podrían ser las dos o las tres de la mañana) nuestro líder ordenaba cerrar las puertas y apagar las luces, con el fin de apreciar la poesía de la canción y el buen hacer de los cantantes. Nadie podía salir hasta que el Gran Gurú lo permitía.
Como contrapeso estaba nuestro pequeño grupo de música sudamericana (tan de moda en aquella época, con Jesús Fernández Baño (Chus el Chuncho), Luis García (Luis el Perchas) y Pepe Monzón (eximio nefrólogo y canarión). Se marchó Monzón y Cesu le cantaba a ritmo de malagueña tinerfeña aquello de «amigo José del alma, por qué te fuiste tan lejos...». Murió Cesu en 1981 y también le cantamos la misma canción, cambiando el nombre. Hoy te la cantamos a ti: Amigo Sabino del alma, por qué te fuiste tan lejos. Esa golondrina que vuela hacia el mar, es un emigrante que se va y se va.
Tal era tu amor por aquella época que a los diez años del fallecimiento de Cesu organizaste una celebración en su honor en su pueblo (San Cucao de Llanera, donde está enterrado), y donde estuvimos todos. Se publicó un artículo entrañable en LA NUEVA ESPAÑA a cargo de Javier Cuervo. Inolvidable.
Antetítulo: In memóriam
Subtítulo: Un historia de amor y de música
Destacado: La canción que mejor te retrata, a mi modo de ver, es "Marta", de M. Simmonds; fue tan importante que cuando nació tu hija le pusiste de nombre Marta
Pero me estoy olvidando de tus canciones. Empiezo por aquella composición tuya, que hoy me recordaba nuestro amigo José Antonio Martínez: «Voy por el mundo, errante y sin amor...». ¡Vaya morro! Tú, que siempre tuviste a tu lado a Lurdes y a tus hijos Marcos, Marta y Eduardo, que te quisieron más que a nadie, y a todos tus amigos, que te seguimos queriendo.
«Catarí», canción italiana que, con tu voz de tenor, entonabas como nadie. El pasodoble «Guapa (Estás que arrebatas preciosa...)», con la que hoy nos atorran algunos acordeonistas venidos del Este sin saber lo que hacen (¡Gabino! Nos parece muy bien que en Oviedo se pueda interpretar libremente música en la calle, pero habría que exigir un mínimo).
Pero la canción que, a mi modo de ver, mejor te retrata, es «Marta», de M. Simmonds: «Linda flor de alborada, que brotaste del suelo, cuando la luz del cielo, tu capullo besaba; de las rosas encanto, el prensil te ama tanto, que ya loco de amor, siento celos del ave, del aire y el sol. Marta capullito de rosa, Marta del jardín linda flor; dime que feliz mariposa, en tu cáliz reposa a libar tu dulzor. Marta en tus claras pupilas, brilla una aurora de luz; Marta en tus ojos azules, de inefable candor, veo en ellos ¡a Dios!».
Fue tan importante en tu vida esa canción que cuando nació tu hija le pusiste de nombre Marta, que hace honor a la canción luciendo unos ojos como los que en ella se describen. Resulta que al cabo del tiempo yo me casé con Marta de Nicolás, que luce unos ojos de semejante calibre, y a la que tuviste ocasión de cantarle la canción en mi casa de «La Xugal», acompañado por el grupo «Vuelta Abajo», con la presencia de tu hermano José Antonio (el morocho y cronista oficial de Lugones), quien estuvo pendiente de ti hasta el último momento.
Lo injusta que es la vida, cuando alguien como tú sufre al maldito alemán ¿La eutanasia?, ¿el testamento vital?
Querido amigo, siempre tendrás un hueco en nuestro corazón.
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