Mineros, compañeros y amigos
Después de muchos años sin verse, algunos más de 40 años pasaron, los ves y se te ilumina el recuerdo de aquellos tiempos de duro, penoso, esforzado y peligroso trabajo. Por eso es que recuerdas a compañeros tanto tiempo después, conscientes cuando nos vemos del tiempo trascurrido. Canosos, calvos, con la piel más arrugada, pero con la misma mirada de buena gente, de compañeros que merece la pena cuidar.
Es igual no acordarse de su nombre en algunos casos, lo que importa es haber dejado huella en casi todos, incluso de los que menos esperas llega ese saludo acompañado de una mirada de complicidad.
Te rejuvenece y complace sentirlos, oírles contarte su vida, sus avatares, penas y alegrías; son muchos años, hay de todo, pero se resuelve todo con aquellos recuerdos de mina.
Siempre dejé claro ese sentimiento arraigado de compañerismo entre los mineros, perdura en el tiempo, lo podemos corroborar siempre que se encuentran entre ellos. Fueron días y años de riesgo en común. Todos estamos orgullosos de ser mineros.
Por ello, me siento en la necesidad de mandarles un abrazo inmenso a todos ellos sin excepción, tanto a los que me recuerdan, a los que se recuerdan, como a los que olvidaron y olvidamos sus nombres. Es mucho tiempo, dejamos pasar demasiado tiempo sin sabernos, es normal que haya lagunas de memoria, perdón por no recordar su nombre, jamás su persona. Cuando se abracen y se saluden, digan su nombre, no es fácil preguntar por olvido.
Me siento halagado de haber pertenecido a la familia minera, de los compañeros repartidos por todos los lados; siempre que nos veamos, sabemos que esa mano o ese abrazo es de verdad, nada de cumplidos, ya no hay necesidad de quedar bien. Gracias por hacerlo saber.
Gracias por formar parte de mi vida. ¿Cuánta dureza, cuánto esfuerzo, cuánto miedo, cuánto pasamos juntos...? Aunque cada cual cumplía con su puesto de trabajo en las diferentes categorías (todas necesarias y complementarias) dentro de la mina, el laboreo del frente de arranque en las capas de carbón (tajo, serie, testero...), ya fuera mecanizado o manual, representaba a todas las demás por aunar la dificultad y el peligro como ninguna otra labor. ¡Un hurra por todos los mineros, especialmente para los picadores! Ellos peleaban a diario contra los efectos del grisú, la gravedad y las presiones; para evitar explosiones, hundimientos, deslizamientos, desprendimientos, derrabes... Nadie que no pasara por ello podría explicar la unión y la implicación de cada minero en las labores diarias bajo tierra, dando muestras de entereza y responsabilidad en temas de rendimiento y seguridad colectiva e individual.
Desde el ingeniero, capataz, vigilante, picador, barrenista, artillero, ay. Minero, tractorista, postiador, caminero, mecánico... al peón, conformaban una armonía perfecta contra los peligros que se escondían en cada tajo, labor o categoría, todas ellas conformaban una perfecta sintonía de supervivencia, seguridad y producción.
Me siento halagado por haber compartido ese trabajo con grandes amigos y compañeros. Un abrazo a todos, muy especialmente a los del pozo Santiago.
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