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Infatigable Francisco Blanco Cuesta

29 de Octubre del 2010 - Carlos Cuesta

Francisco Blanco Cuesta era un asturiano íntegro y un carbayón devoto. Lo demostraba día a día con su trabajo y orientación en el quehacer de la Balesquida, esa vetusta sociedad ovetense que tanto sentía y que llevaba en el corazón. La muerte rápida de su querido hermano, José Manuel, hace un mes, lo dejó triste, sin ánimo, alicaído y entregado a una melancolía furibunda que le dio el zarpazo final. Porque Francisco vivía con la ilusión y el entusiasmo de una persona joven, vital, amigo de sus amigos y conversador ameno y divertido. Daba gusto coincidir con él en las amenas tertulias caseras o en algún que otro viaje por la España histórica y artística. Con su mujer, María del Carmen, una docente de Historia del Instituto Aramo de trayectoria reconocida, recorrimos muchos lugares de este bello país para conocer a fondo el significado de lo que España representa en el campo de lo atávico, lo turístico y lo sentimental. Y Francisco siempre pensando en su Oviedo del alma con la referencia lógica de la importancia de la capital del Principado con respecto a otras ciudades visitadas. También la Sociedad la Balesquida estaba sujeta a su mente y en cualquier momento de su azarosa vida. Su óbito me ha causado un hondo pesar, un golpe frontal en la memoria por tantos momentos vividos y preñados de satisfacción y honor humano. Lo mismo puedo decir de su hermano José Manuel, presidente durante muchos años del colectivo de gestores asturianos y un gran paladín de la causa ovetense.

Con la muerte de Francisco Blanco Cuesta se va un poco de ese Oviedo primigenio, doméstico y pleno de esa retranca característica local adobada con los genes maternos procedentes de la Villa Condal de Noreña. Y es que de esa localidad esforzada, chacinera y zapatera, lo sabía todo. Era una auténtica enciclopedia viva para conocer a fondo las vicisitudes y la historia pasada y presente de Noreña en todos los ámbitos de sus anales locales.

Antetítulo: Necrológica

Subtítulo: El presidente de la Sociedad la Balesquida dividía su cariño entre Oviedo y Noreña

Poco más puedo apuntar acerca de la hombría de bien de Francisco Blanco Cuesta, sólo señalar su actitud cívica para el entendimiento, el consenso y la adecuada palabra de acogida y sentido común. Los calificativos sobran en este obituario y Dios nos libre de las alabanzas... Cumplió con sus objetivos vitales y sociales gracias a sus firmes convicciones humanas y morales, y creo que esa realidad define a las claras su personalidad de hombre bueno y recto. Se ha marchado una persona infatigable en su acción y directo en su quehacer vital. Y su carácter de carbayón jovial lo reflejó en su hermano José Manuel. Ambos estimados hermanos se han ido al más allá con la diferencia de un mes. El destino es tozudo y marca su ley sin concesiones. La Balesquida, por un lado, y los gestores, por otro, a buen seguro que echarán de menos a dos personas animosas y apasionadas que nunca han escatimado ni tiempo ni esfuerzo para colaborar, a su manera, por la colectividad. Y las obras bien hechas, sin duda alguna, permanecen en el recuerdo. Gracias, amigos.

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