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Política de ideologías

25 de Octubre del 2022 - Juan Goti Ordeñana

Es necesario sopesar el momento político al que hemos llegado, pues ya no se programa por las necesidades del pueblo, sino que se centra la política en una lucha de ideologías y destrucción de la persona. Los problemas del pueblo en el momento actual son: la falta de trabajo para gran parte de la población; el alza de los precios, la carestía de la energía, el fiasco en educación, etcétera. Penurias que no se toman de frente, ni se busca una política para resolverlas. Por el contrario, se debate la igualdad, no sé cuál, pues a la mitad de la población, los hombres, se les desecha, apoca, y aun esta igualdad pretende subyugarlos; se reconocen derechos a los animales que se niegan a las personas; además se trata de acaparar la justicia por unos grupos políticos para actuar impunemente, sin control, despóticamente, se dominan los medios de publicidad para que no haya quien denuncie sus actuaciones, etcétera.

Las ideas políticas han tenido una evolución en la historia. La teoría política real se inauguró con Vitoria al afirmar en la “Relectio de Indis” que «los hombres son libres e iguales por su naturaleza humana». Y basado en este axioma hizo una exposición de los derechos humanos derivados de la dignidad de la persona, en cuanto dotada de razón. Derechos de orden natural y previos al Derecho Civil, reconocidos a la persona para vivir en sociedad y, por tanto, innatos e independientes de la edad o de tener algún impedimento. Con esta ideología de la naturaleza humana, se inicia el impulso político, que, como dice Lewis Hank en “La humanidad es una”: «Va a estar presente durante más de tres siglos en el derecho, la moral y la política, que sojuzgará a las teorías iusnaturalistas y a la economía política clásica».

La idea de persona, como fundamento de la política, llevó a afirmar la soberanía del pueblo, y, por tanto, el poder político como contractual en principio, puesto que la comunidad se forma por un consenso de voluntades libres, y una vez constituida en sociedad puede elegir el tipo de gobierno, aunque lo normal es que vote por la democracia. Elegida por el pueblo según unas normas, por lo que las relaciones entre el pueblo y el Gobierno se hacen mediante algún tipo de acuerdo.

Sin corregir las ideas políticas establecidas por la Escuela de Salamanca, que enseñaba cómo el poder era del pueblo y que el Gobierno era un instrumento para prestar los servicios que necesitaba la sociedad para una real convivencia, la Revolución francesa estableció la política como un altercado y la redujo a mera disputa ideológica, dejando al pueblo de lado y apropiándose del poder para el desarrollo de sus ideologías y dominio imperioso sobre los pueblos.

Sumario: Las ideas políticas y su evolución en la historia

Destacado: La Revolución francesa estableció la política como un altercado y la redujo a mera disputa ideológica, dejando al pueblo de lado y apropiándose del poder

Desde que la Revolución francesa fue izando una ideología y, para imponerla a los pueblos, enarboló una serie de guerras que conmocionaron Europa, y se constituyeron parlamentos, la política no se ha significado por la defensa de la persona ni por hacer un desarrollo normal de su naturaleza humana, sino que inició una lucha por la prevalencia de su ideología, olvidando las necesidades de la sociedad.

A raíz de esta revolución surgieron los partidos para gobernar el Estado y, con ello, dos tendencias: los conservadores y los liberales. Los conservadores han llegado al poder algunas veces, pero con timidez y sin corregir los desmanes que hacen los que han derivado a la izquierda.

Por lo que tiene especial interés estudiar la línea seguida por el liberalismo, que ha ido retorciéndose hacia la izquierda y en su esencia afirma: «El liberalismo es una filosofía política, moral y económica que defiende la libertad individual, la limitación del poder del Estado, así como la igualdad ante la ley» (DRAE). Si comparamos esta definición con la doctrina de la Escuela de Salamanca podemos observar que es una copia. No tiene ninguna novedad. No obstante, su desarrollo, olvidando su origen, ha dado pie a liberalismos, muchos de ellos de tendencia izquierdista, los cuales, aunque varían, tiene en común imponer su ideología a los individuos, absorber el poder tendiendo a la autocracia, y crear un pueblo sumiso a su dictamen, es decir, que falsifican los principios de los que parten.

Pero ese liberalismo creyó que con afirmar la libertad estaba resuelto todo, y así el poder del pueblo, que se afirma como eslogan, se ha dejado en el olvido, y se ha entregado al servicio de los que tienen el dominio de los medios de influencia: el dinero, la prensa y los métodos audiovisuales, con lo que han surgido fuerzas anónimas que han propuesto proyectos como la globalización, donde se imponen ideologías demoledoras de la naturaleza humana, como la destrucción de la familia, el aborto, la eutanasia, el igualitarismo según su ideología, los derechos de los animales, etcétera. Así, la Eurocámara califica de no demócrata a Hungría porque defiende el sentir del pueblo.

En consecuencia, ya no sirve el concepto tradicional de persona, y se pretende crear una sociedad según un ideal de mentes delirantes. Ya no se reconoce la persona según la tradición, sino que se le quiere modelar según sus intereses. ¿Qué es lo que vemos en las leyes que se discuten en el Parlamento? Temas que califican de progresistas y que caminan al totalitarismo, y filosofías que tratan de «controlar coactivamente las relaciones sociales bajo una ideología oficial». Olvidan al individuo y promueven intereses de grupos anónimos, tras de los cuales hay intereses desconocidos, que no llegamos a estar al tanto. Lo que resulta evidente es que los gobiernos actuales han dejado de considerar su oficio de servicio al pueblo y se ordenan a imponer sus ideologías.

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