Perros en pisos es maltrato y petofilia
Debiera ser delito tener perros en pisos. Pero no, son esos mismos (dueños, amos y señores de los sufridores perritos) los que nos hablan de maltrato animal, de protección de seres sintientes. ¿Les preguntaron a esos perros si están conformes con estar encarcelados en pisos? Si les pudieran responder, les llamarían hipócritas.
No hay mayor maltrato animal que encarcelar a un perro en un piso. Claro, los quieren, tal como llega a querer un secuestrado al secuestrador, por aquello del síndrome de Estocolmo. “Un fenómeno paradójico en el cual la víctima (rehén) desarrolla un vínculo positivo hacia su captor como respuesta al trauma del cautiverio, lo cual ha sido observado en diferentes casos, tales como secuestro, esclavitud...”; así ocurre con los perros y otras mascotas, son sus rehenes, los usan como juguete y distracción. Es común padecer petofilia entre estos maltratadores de animales, lo curioso del caso es que se presentan como sus defensores.
“La petofilia es un trastorno psicológico que se reconoce como un amor desmedido a los animales”, se trata de un apego tal que las personas que lo padecen ven su vida condicionada por ese exceso de cariño, perjudicial para ella, pero también para la mascota.
“Por ejemplo: cuando en lugar de pasear al perro en un parque, el tutor prefiere llevarlo a un centro comercial, que es un ambiente carente de estímulos para él. Todo lo anterior da como resultado comportamientos que llegan incluso a considerarse maltrato animal”.
No es broma, ese trastorno está generalizado y potenciado desde instituciones públicas, que llegan a legislar a favor de este tipo de personas que llegan a creerse y osadamente se presentan como defensoras de animales cuando son sus raptores, unos maltratadores.
“Todo lo anterior lleva a que el afectado desarrolle un trastorno, un hiperapego y una dependencia insana hacia sus mascotas que puede, a su vez, impactar la calidad de vida del animal”.
Estos defensores de animales (animalistas de nuevo cuño impregnados de petofilia) no son lo que se piensan, son unos errados mentales. Quieren mucho al perrito, al gatito, incluso se hacen defensores de bestias salvajes (osos, lobos, jabalíes) sin importarles el resto de animales.
Entendería aquella persona que está dispuesta a convivir y respetar a todos los animales, sean ratas, cucarachas, plagas, moscas, chinches, polillas, serpientes, hienas... Pero no, ese tipo de animalistas no existe, todos matarán cucarachas, moscas y ratas, fumigarán plagas, y si las bestias salvajes les ponen en peligro, también tratarán de alejarlas de su entorno; comerán marisco, pollo y asado sin escrúpulo alguno, no les importará que las bestias que defienden maten a los animales domésticos de otros, otros que viven de la ganadería, empresas lecheras, cárnicas, queseras, agricultura, apicultura... En fin, emprendedores de esa España vaciada que debiéramos proteger, en vez de hacer caso a estos interesados animalistas, que son unos hipócritas todos ellos.
Tiene que existir un límite ecuánime para todo. Decirse defensor de animales debe abarcar a todos, no a los que le sirvan de distracción o interés económico personal. Muchos viven de eso, de manipular y perjudicar a quien tiene su medio de vida en la zona rural, donde protegen sin control a todas esas bestias salvajes.
Por ello pediría a los gobiernos que no se dejen llevar por esta especie de puritanismo protector. Nadie cuida, respeta y hace más por los animales y el entorno que los propios ganaderos y vecinos de los pueblos. Si sobran lobos, osos y jabalíes hay que eliminarlos sin remordimiento y no hacer caso a estos animalistas de ciudad.
Y recuerden, algún día se prohibirán perros en los pisos por ser maltrato animal en toda regla. También el amar a los animales por encima de las personas será considerado lo que es, un trastorno mental.
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