Vocabulario político
Democracia: gobierno del pueblo. ¿Pero qué es el pueblo? En la práctica procedimental, es el cuerpo electoral organizado por el Estado para elegir representantes a través del sufragio universal. Las democracias no son nunca «puras», coexisten elementos contradictorios en ellas, hasta andamiajes muy tradicionales y poderes muy fácticos en la sombra, que no pasan por el justo ritual de las urnas. A nosotros nos ha tocado en suerte una democracia liberal de partidos y un Estado social de derecho, con libertades individuales, garantías jurídicas, ruedas de prensa cada vez más sin preguntas, parlamentarismo sobreactuado. Pero no deja de ser una «politeia» o sistema de equilibrios y controles de los poderes, que ampara a todos. Y que, de momento, no naufraga ni en una tiranía oligárquica, una dictadura de derechas ni tampoco en un comité «robespierrista». El monarquismo es parlamentario representativo. La democracia es vasos comunicantes entre las clases sociales, igualdad, mérito y capacidad, respeto por todo el mundo, tolerancia, derechos humanos y progreso social. Libertad y civismo. Paz.
Derecha, izquierda: la derecha puede ser tradicionalista, biempensante y de cauto inmovilismo, «lo conocido de toda la vida»; neoliberal dogmática, de valores serios notariales y resabiados, afirmadora del derecho a no ser «expoliados» impositivamente. Bajada de impuestos y recortes. De individuos libres que creen en la «mano invisible» y la competitividad natural irrestricta. O simplemente son caballeros conservadores, con un fondo liberal elegante y de «buenos gestos y costumbres», mentes empresariales con un ojo sagaz puesto en lo que suponga negocio rentable, privatizaciones, colegios bien y marquismo. Burke, Hayek, Ayuso y Arturo Fernández. Feijoo.
La izquierda puede ser socialdemócrata, ácrata-progre o comunista. Es inconformista y estatalista. Los socialdemócratas son rosados de color, correctores redistributivos del mercado más despiadado, neokeynesianos, fomento de la «economía social de mercado» y de valores participativos éticos.
Impuestos progresivos dan voz a colectivos feministas y maltratados; lo público como equidad, protección social de bienestar con derechos. La izquierda libertaria es desenfadada, pansexual, formada por una mezcla de ecologistas, intelectuales y activistas de siglas interminables, con laicas posturas radicales, a veces transformadoras, que con el paso del tiempo se instauran como corrientes estilos de vida. La izquierda comunista es de origen obrero y marxista actualizada, con la caída total del muro de Berlín, son muleta muy residual de la socialdemocracia o infiltrados activistas en movimientos ciudadanos varios y de memoria representativa bastante viva. Pasionaria fue una gran comunistas. La izquierda, para ser tal, tiene que ser ilustrada, inclusiva, de bases muy sociales.
Extremismos: aguas revueltas, ganancia de pescadores. Atajos hipersimplificados para problemas. Se utiliza la mercancía política como ariete contra los oponentes satanizados, su ideología populista es como una droga que llena el vacío emocional y da hasta sentido heroico o militante a la vida. Suelen ser maniqueos. «O estás conmigo o contra mí». Y son el huevo de la serpiente facha o el radicalismo periférico descamisado, que solo creen en soluciones mágicas o líderes trumpianos que traerán lo mejor y un país de Jauja. Es la política-arenga, la «política emotivista» patriotera. El radicalismo que quiere auparse al poder, desde una combativa puesta en escena poco serena y tranquilizadora.
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