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El sudoku de los trans

26 de Octubre del 2022 - Rufo Costales (Oviedo)

El mismo Gobierno, en concreto el Ministerio de Miquel Iceta, que nos cuenta que a menos impuestos, menos calidad en la enseñanza, en la sanidad, en las pensiones, etcétera, dilapida 800.000 euros de todos para hacer una película que busca niños actores "trans" de entre 5 y 9 años.

La película, dice su directora, Marta Nieto, se acercará "a la realidad de la infancia trans, una norma que permite la 'libre determinación de género', sin informes médicos ni tratamiento, a partir de los 14 años, y sin consentimiento de los padres ni limitación alguna a partir de los 16. Además, los menores de 12 años podrán cambiar de sexo en el registro".

Puesto que el sexo de cada uno ya está determinado por la propia y específica genética del individuo, un hombre transgénero no se convierte en mujer, ni una mujer transgénero se convierte en un hombre, sino que se convierte en hombre feminizado o mujer masculinizada, falsificación o imitación del sexo con el que se identifica. Dicho lo cual, algunos no entendemos eso de "la libre determinación de género".

Anteriormente, la exministra Celaá había dicho que "no podemos pensar, de ninguna manera, que los hijos pertenecen a los padres".

De otro ministerio, el de Igualdad, salía recientemente que "todos los niños/as/es de este país tienen derecho a tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento".

Ahora, la ley Trans.

Víctor Hugo, en su novela "El hombre que ríe", hace referencia a un grupo de nómadas que deforman a los niños que compran, para convertirlos en monstruos y revenderlos a circos y espectáculos secundarios. Esto realmente sucedió en el siglo XVII y, en cierto sentido, está sucediendo nuevamente en el presente siglo XXI con la cirugía de reasignación sexual y la "terapia hormonal" para niños.

Es deprimente comprobar que a los que nos gobiernan les escandalice que existamos ciudadanos tan anticuados y cavernícolas, originarios de la Arcadia feliz basada en la educación y el respeto, que estemos escandalizados ante esta deriva de la "arcada infeliz", con vómitos recurrentes, enfocada en los niños.

Para colar una ley como ésta impunemente, sin que el común de los mortales sepa de qué estamos hablando, donde cualquier menor que quiera hormonas o bloqueadores los tendrá, nuestros gobernantes deberían empezar por instruirnos, educarnos, informarnos y modernizarnos para que seres anticuados, primarios e incultos, como el que escribe, entendamos que la transexualidad existe.

Podíamos empezar, si les parece, por decir que en países avanzados, como Suecia, Noruega y Reino Unido, han dejado de financiar estas cosas, porque han visto que por una persona a la que le viene bien, hay cien a las que les viene fatal.

Podíamos seguir por la alerta de los médicos sobre la ley Trans: "Daños irreversibles", "escasa evidencia científica" y "contagio social".

La ventana de Overton hace su trabajo, también con los niños, en "pendientes resbaladizas" que conducen a escenarios poco recomendables y muy peligrosos.

Llegados a este punto indeseable, ¿dónde se posicionan, si es que lo hacen, las autoridades religiosas, los jueces, los profesionales sanitarios, los educadores y los padres?

Quizás deberíamos pararnos a pensar un minuto, al menos.

Saludos cordiales.

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