Quien tenga una tienda, que la atienda
Desde hace unos años proliferan por las calles de muchas ciudades españolas un tipo de negocio que hasta no hace tanto solo veíamos en las ficciones que venían del otro lado del charco, las lavanderías autoservicio. Parecen la inversión perfecta: el coste de apertura no parece muy elevado, se puede prescindir de empleados y su mantenimiento es mínimo, pudiendo muchas veces hacerlo uno mismo.
Una insistente lluvia suponía la ocasión idónea para acudir a uno de estos establecimientos, que también cuentan con secadoras. Como es lógico, acudí a la que está más cerca de mi casa, pese a que en el pasado ya había tenido alguna que otra mala experiencia, como alguna moneda tragada de más.
La primera sorpresa me la encuentro al ver que la lavadora no funciona tras introducir el dinero, por lo que llamo al teléfono que allí figura. Después de varios intentos contacto con la encargada, que, con titubeos, me dice que deberé esperar unos 45 minutos. Quedamos en que recibiré su llamada cuando se dirija hacia allí, pero no me importa, por suerte vivo cerca.
Dos horas más tarde consigo poner la colada y me voy a tomar un café, esperando que acabe el programa para poderla secar. Cuando vuelvo veo que la ropa no solo no se ha centrifugado, sino que la puerta está bloqueada y que no puedo sacarla del tambor, por lo que llamo de nuevo. En esto llega otra clienta con intención de usar la secadora, la única que funciona, ya que la otra lleva meses averiada. Cuando llega la encargada, para mi asombro y sin muchas explicaciones, le dice a la mujer que debe cederme la secadora, por lo que me dirijo a la mujer y le digo que no se preocupe, que puede utilizarla.
Enfadado y bajo la lluvia, me dirijo a la lavandería que está al final de la calle para secar mis sábanas. Allí me encuentro a otro chico, por lo que aprovecho para desahogarme y contarle mis penas. Sorprendido, me dice que el dueño de donde nos encontramos es un tío encantador, que siempre que ha tenido un problema ha aparecido al momento y que incluso le ha regalado lavados por las molestias causadas. Debo decir que el local hasta estaba decorado para celebrar Halloween. Al poco aparece el hombre en cuestión, al cual felicito por cómo lleva su negocio, diciéndole que su vecina del final de la calle debería seguir su ejemplo.
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