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¿Cascos, admirador de Franco?

16 de Diciembre del 2010 - Herminio Sergio Martín Blanco (Gijón)

Estoy asistiendo, entre atónito y preocupado, al espectáculo que están brindando los autodenominados «casquistas pata negra» en la defensa de su añorado líder. Ahora el gran debate es lo que hizo este señor cuando tenía la edad de la que la gran mayoría del PP de Asturias queremos como candidata, Isabel Pérez-Espinosa. Es una locura, pero están empeñados en cantar las loas de lo que fue Cascos como si ello fuera suficiente para garantizar su continuidad eterna al frente del PP. Es un razonamiento ridículo porque, siguiéndolo, casi todos los «casquistas pata negra» tendrían que guardar silencio, marcharse para sus casas y dejar de darnos la turra porque entre todos no han hecho nada ni por el PP ni por Asturias, salvo justo lo que echan en cara a los demás: disfrutar de sus carguitos sin ninguna eficiencia política. Basta ver dónde estuvieron, qué hicieron (eso es fácil, porque no hicieron nada), cuánto consiguieron a cambio y dónde están. Pero ya que hablan de lo que tanto hizo Cascos cuando era tan joven como Isabel, a mí me asaltan algunas dudas que, como joven, me preocupan desde el momento en que puedan servir para radiografiar el estilo y el sentir del que quieren que sea, como afiliado que soy, mi líder. No voy a afirmar nada, sólo a cuestionar, en base a cosas publicadas, si es cierto o no que el señor Cascos puede hoy representar un proyecto renovador, centrista e ilusionante como el que representa Mariano Rajoy.

Recientemente leí en una revista nacional un artículo en el que se aseguraba que Cascos, en declaraciones a la «Hoja del Lunes de Gijón» del 31 de agosto de 1981, cuando era concejal del Ayuntamiento de Gijón, diputado provincial y consejero regional, declaraba: «Sí, sí. La familia es uno de los principios básicos (...). Para mí el principio es que la familia es indivisible (.). El Estado debe tener un código ético que es defender la familia indivisible (...). Se puede tener una preparación matrimonial suficiente sin pasar por las experiencias sexuales propias del matrimonio». Otra afirmación en la misma entrevista: «En primer lugar, para mí, Franco es una figura histórica de envergadura, una figura que admiro (...) Por tanto, yo creo que puede haber (...) una comunidad de principios entre AP y Fuerza Nueva». Y otra más: «No cabe una persona con la vida familiar desordenada y que sea capaz de resolver los problemas públicos (...). Todo está absolutamente entrelazado». Que yo sepa, nadie, ni Cascos ni los «casquistas pata negra», ha negado estas declaraciones de aquél en sus años mozos. ¿Son ciertas? Y, si lo son, ¿reflejan la personalidad de un líder del PP para el siglo XXI? No voy a negar lo que ha hecho este señor, eso sí, bajo la tutela de un gran presidente democrático como fue José María Aznar; pero lo que no puedo aceptar es que hoy no tengamos en el PP la suficiente fuerza para presentar nuevos líderes que nos representen en estos nuevos tiempos que vivimos. Probablemente mis padres compartan las ideas que desvelaba el «joven» Cascos y, sin duda, las aplicaron con mayor fervor que él en algunos aspectos directamente relacionados con la familia. Pero ellos, como todas las personas de su generación, aspiran a facilitar que sus hijos tomen el testigo y el protagonismo; en ningún caso quieren compartir con ellos para quitarles la parte de historia que les corresponde. A mí me resulta impensable que mi padre, una vez jubilado, pretenda volver a la actividad para quitarme una opción de llevar a buen puerto nuestras ideas. Yo tampoco aspiraría a echarlo para casa si estuviera en activo; pero en esa «sucesión» la palabra clave es la jubilación. En el PP tenemos algunos líderes que, pese a sus años, representan perfectamente nuestro proyecto porque están en activo, dando la cara y ejecutando nuestras ideas. Les respeto y creo que deben seguir mientras tengan fuerzas. Pero si se van libremente, si abandonan ocho años de gestión, lo siento, no creo que tengan derecho a volver. Y otra frase de Cascos que me llama la atención, porque tal parece dar a entender que ahora ya no sabe ni lo que quiere: publicada en La Nueva España el 14 de junio de 2009: «Estar ahora en Madrid y no ejercer la política, el haberla dejado después de ocho años de gobierno, el no estar en la dirección del partido. Son todas ellas decisiones tomadas libremente pensando en que es lo mejor para mis intereses personales y los generales (...) tener libertad de decisión es un privilegio; muchos no pueden. Y poseerla da una fuerza enorme para resistir los intentos de persuasión de quienes quieren que vuelvas. Al haber actuado de un modo tan convencido y libre, ni el recuerdo de las vanidades basta para ceder a las tentaciones de volver»...

¿Alguien puede explicarme qué ha cambiado desde junio de 2009 hasta ahora para que donde dijo Diego ahora diga digo? ¿Ésta es la consistencia, la credibilidad y la personalidad de un líder del siglo XXI? Sinceramente creo que alguien –no sé si él mismo o sus amigos «pata negra»– le están haciendo un flaco favor al Cascos que, pese a todo, había conseguido poner un pie en la historia de este país de finales del siglo XX. Al querer volver, lo que está haciendo es bajar ese peldaño para mostrar unas vanidades y una falta de personalidad que atentan directamente contra su propia historia. Por lo demás, si se niega la capacidad de una mujer que lleva 23 años en este partido, que es joven, que tiene fuerza y proyección de futuro, se estará lanzando un mensaje a la sociedad que sitúa al PP en la Prehistoria, lejos de la evolución y el progreso de una sociedad que quiere aires nuevos, caras nuevas y proyectos renovadores.

Herminio Sergio Martín Blanco

Gijón

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