Un asesino menos en las calles de Oviedo
Por fin, la capital del Principado de Asturias recupera un poco de dignidad histórica, y consuma la retirada de la calle al dirigente socialista Indalecio Prieto. Tal y como la Historia reconoce, y hasta él mismo hizo desde su exilio dorado en México, Prieto fue el inductor de la destrucción de la ciudad de Oviedo en octubre de 1934 durante la intentona golpista del PSOE contra el legítimo Gobierno de la II República, y en cuya defensa estuvo mi propio padre, José Martín Sánchez.
Indalecio Prieto fue el responsable de la muerte de más de 2.000 asturianos en tan solo dos semanas, responsable del incendio de la Catedral de Oviedo, de la Universidad y su biblioteca, del convento de San Vicente y del teatro Campoamor, de numerosas iglesias y otras dependencias civiles; del asesinato de religiosos por el simple hecho de serlo; responsable, en definitiva, de la devastación total de la ciudad de Oviedo. Todo ello en lo que ha sido considerado por la Historia como el prólogo de nuestra maldita Guerra Civil española.
Pues bien, casi 90 años después, el Partido Socialista Obrero Español, tan dado al revisionismo histórico, a la desmemoria, al frentismo y el odio entre españoles, sigue sin pedir perdón por la tragedia de 1934, que, como apunto, ha sido el primer capítulo de nuestra contienda civil contemporánea.
En el caso de Oviedo, además, no conformes con las excelencias del asesino Indalecio Prieto Tuero, el gobierno municipal socialista que en 1983 presidía Antonio Masip Hidalgo tuvo a bien dedicarle una calle al destructor de su propia ciudad, y que ahora, por decencia democrática, se le retira.
Qué mala suerte tiene Oviedo con el tal Antonio Masip. Es decir, con el mismo personaje que tuvo la desvergüenza de defender en 1977 al ladrón que expolió la Cámara Santa ovetense; y el mismo que, tres años después, hizo gala de nuevo de su desvergüenza defendiendo al homicida del histórico y querido futbolista del Real Oviedo Cesu Sport. ¿Se puede demostrar mayor grado de antiovetensismo que el de Antonio Masip Hidalgo? Menos mal, ya nunca más pasaré por la calle dedicada al asesino Indalecio Prieto. Bienvenido Federico García Lorca.
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