De abandonar a los mayores en las residencias a tratarles como ganado
La opinión pública debería saber lo que esta haciendo la Administración pública con las personas mayores. Al menos con las que residen en Posada de Llanera, que es lo que conozco de primera mano, para mi mala suerte. Pero intuyo que la misma película se repite por todo el Principado.
Y lo que está haciendo la Administración pública es citar a estas personas, residentes en Posada de Llanera, para ser vacunadas en Pola de Siero. Y no en cualquier sitio, no, en el parking del mercado de ganado, pero que no falte la frivolidad de utilizar un vocablo inglés absolutamente innecesario para que vean lo cosmopolitas que somos.
Todos conocemos las facilidades de transporte y movilidad que tienen las personas mayores. Hasta la Administración pública lo conoce. Así que me acerco al centro e salud a exponer esta obviedad y a preguntar si es inevitable el tener que desplazarse, si se facilita autobús o algún medio de transporte. Se me responde que no, que me busque la vida, que verdes las han segado.
Pero la película no acaba ahí. Acaba de empezar. Resulta que somos citadas por la mañana, a las 9.00 horas. Ahí nos presentamos, yo, la más joven y lozana del grupo (que no se me enfaden mis compañeras de aventuras, pero no nos engañemos, estoy en la flor de la vida, 75 añitos de nada), conduciendo el vehículo, no porque me toque a mí ser vacunada (tengo cita la siguiente semana), sino para llevar a dos señoras de 73-74 años que no tienen los medios para desplazarse. Ahí nos plantamos y resulta que, ah sorpresa, no hay nadie. No hay vacunas. No hay «vacunadores». No hay nada. Lo que nos encontramos es un grupo de personas mayores confundidas y preocupadas, al que involuntaria e inesperadamente nos acabamos de unir.
Alguien nos informa de que las vacunas no van a llegar hasta las cuatro de la tarde. Estupefactos y sin saber qué hacer, nos pasamos el día en Pola de Siero, haciendo tiempo hasta las cuatro de la tarde, con los consiguientes gastos en tiempo, comida y bebida, sin mencionar el ya efectuado de gasolina, que, como todos sabemos, está que la regalan.
Finalmente mis compañeras de viaje consiguen ser vacunadas por la tarde, en el sofisticado «parking» del mercado de ganado de Pola de Siero.
Desvergüenza, indecencia e inhumanidad no llegan a describir con justicia este absurdo, ridículo e innecesario trato dispensado por la Administración pública asturiana a las personas mayores.
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